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Voto de Taylor:
8
7,7
18.556
Drama
Los habitantes de un campo de refugiados del Kurdistán iraquí buscan desesperadamente una antena parabólica para poder estar informados del inminente ataque americano contra Irak. Los niños del campamento, liderados por un chico al que llaman "Satélite", se dedican a la recogida y venta de minas antipersona. Nuevos refugiados llegan al lugar: un joven mutilado, su hermana y un niño pequeño. Satélite quedará prendado de la triste belleza de la joven. (FILMAFFINITY) [+]
13 de junio de 2007
26 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Caprichosas piruetas electromagnéticas -por obra y gracia de un caparazón parabólico- nos abducen del sofá de nuestro salón para situarnos en esta ocasión en las minadas colinas de un semiabandonado pueblecillo del Kurdistán iraquí.
Bahman Ghobadi maneja con insultante naturalidad los recursos infrastructurales de los que dispone recurriendo acertadamente al “pathos” como bastión fundamental de su retórica cinematográfica, eso sí, sin artificio ni lagrimita vacua.
"Turtles can fly" remueve almas y consciencias mostrándonos con un instinto casi pedagógico la tragedia cotidiana, salpicando ese dolor colateral al conflicto bélico con pinceladas de un humor tan cándido como sedante.
Bahman Ghobadi maneja con insultante naturalidad los recursos infrastructurales de los que dispone recurriendo acertadamente al “pathos” como bastión fundamental de su retórica cinematográfica, eso sí, sin artificio ni lagrimita vacua.
"Turtles can fly" remueve almas y consciencias mostrándonos con un instinto casi pedagógico la tragedia cotidiana, salpicando ese dolor colateral al conflicto bélico con pinceladas de un humor tan cándido como sedante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ciertamente la película encoge estómagos, aunque también es capaz de removerlos. Una fugaz imagen de Bush en las Azores reavivó lacerantes recuerdos de nuestra historia más cercana que creía ya inhumados en el más recóndito rincón de mi cerebro. Entre arcada y arcada, la estampa de Bush, Blair y Aznar me impulsó a difundir sin temor a represalias unas cuantas dedicatorias personales:
A todos los que auspiciaron la guerra. A todos los que pretendieron protegernos de las armas de destrucción masiva. A todos los que siguen rastreando la estela abertzale en Atocha y a todos aquellos que la simple mención de términos como “autonomía” o “estatut” les producen úlceras sangrantes… A todos ellos, un prolongado y vigoroso saludo de mi dedo corazón.
A todos los que auspiciaron la guerra. A todos los que pretendieron protegernos de las armas de destrucción masiva. A todos los que siguen rastreando la estela abertzale en Atocha y a todos aquellos que la simple mención de términos como “autonomía” o “estatut” les producen úlceras sangrantes… A todos ellos, un prolongado y vigoroso saludo de mi dedo corazón.