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España España · Madrid
Voto de OsitoF:
4
Thriller. Intriga En los márgenes del río Baztán, en tierras de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en circunstancias que relacionan ese crimen con un asesinato ocurrido un mes atrás. La inspectora Amaia Salazar dirige la investigación, la cual le llevará de vuelta al pueblo de Elizondo, donde ella creció y del que ha tratado de huir toda su vida. Enfrentada con las complicadas derivaciones del caso y sus propios fantasmas, la ... [+]
2 de diciembre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como pasa con todo, las opiniones y puntos de vista van cambiando y evolucionando en la vida, lo que no siempre está claro es dónde está el punto de inflexión o el acontecimiento que desencadena la revelación. Por ejemplo, no sabría decir en qué momento cambié mi voto o me empezaron a parecer infantiles los dibujos animados. Pero en este caso concreto, sí tengo claro que “El guardián invisible” fue la película que me hizo ser consciente del cambio de ciclo en el cine español y el final exitoso de su transición hacia un cine moderno, vistoso y comercial, con productos que podían gustar más o menos, argumentos más o menos afortunados, pero con una factura visual que no desmerecía a lo que venía de Estados Unidos y con temáticas alejadas de sus habituales cotos de caza.

Y es que se le pueden poner varios peros a “El guardián invisible”, algunos objetivos y algunos subjetivos, pero su escenografía logra sacar lo más siniestro y perturbador de los bosques y ciudades del País Vasco y crear atmósferas claustrofóbicas y cargantes propias de cualquier thriller estadounidense de renombre. Es una película que podría pasar como ambientada en los bosques milenarios del Oregon profundo y dice adios por fin a las típicas producciones nacionales facilonas que renunciaban a hacer del entorno un elemento de interés o, incluso, un personaje más, como es este caso.

En lo argumental, eso sí, le falta algo más para terminar de dar con la tecla. La película viene hipotecada con las cargas de la obra literaria que adapta, posiblemente muy entretenida, pero llena de complejos por decirlo de alguna manera. Que la protagonista tenga un pasado en el FBI suena a postureo dado lo irrelevante que se termina revelando de dicho pasado: lo único que aporta es desmerecer a la Guardia Civil, la Policía Nacional, los municipales de Bilbao o la Policía Autónoma Vasca de donde podría proceder la inspectora Salazar sin que la trama se resintiera en lo más mínimo. Sólo consigue barnizar la película de un toque cosmopaleto y catetil y ahorrarse la construcción de un personaje del que tenemos que aceptar que es la caña «porque es que estuvo en el FBI y chimpún».

Por su parte, la trama peca de exceso. La parte policial está bien hilada, da vaivenes correctos llevando al espectador a lugares sórdidos e inquietantes y hace unos giros bastante razonables, pero se le va la pinza al meter una componente sobrenatural que, aunque demasiado autóctona y pintoresca, si realmente hubiesen tenido del valor de darle relevancia, podría haber subido el nivel un par de puntos… pero termina siendo una caricatura, un expediente X vasco pegado de mala manera a la historia central. Algo así como empeñarse en meter a la Santa Compaña en “El silencio de los corderos”. Con todo, el desarrollo no está mal, aunque peca de previsibilidad woke: a mitad de la película es posible identificar al asesino mediante descartes basados en género y raza. Entre unas cosas y otras el balance sale más negativo de lo que la ambición y la ejecución de “El guardián invisible” se merecían en principio.

No me resisto a terminar sin dar un consejo a su director y, en general, a los artistas españoles que sienten como una obligación opinar sobre la vida social y política del país al acabar cada libro o película. A los segundos, les diría que no pueden esperar que lo que dicen y escriben en redes sociales se circunscriba exclusivamente a ese ámbito y no tenga repercusión en sus trabajos. No vale eso de «yo opino que los que votan a tal partido son unos cenutrios, pero es una opinión personal, por lo que no debe repercutir en mi vida profesional». Pues no, bonito, no. No eres un currante anónimo y lo que dices tiene la repercusión que tiene precisamente porque eres famoso, así que la reacción de los ofendidos afectará sí o sí a tus trabajos y a tus compañeros. En “El guardián invisible”, una de las secundarias, Miren Gaztañaga tuvo la ocurrencia de decir en la TV vasca toda clase de lindezas ofensivas hacia los españoles (atrasados y catetos, nos llamó), lo que despertó una esperable y comprensible oleada de «pues te metes tu puta película por ahí» que, sinceramente, no creo que afectase mucho a la recaudación, pero no evitó los típicos lamentos de que «podría haber sido un bombazo, pero la cultura del odio cainita nos perjudicó». Y aquí va mi consejo para el director: si te mojas, te mojas y si te callas, te callas. Pero lo que la gente no acepta es que sorbas y soples a la vez. O repruebas a la payasa bocazas o la apoyas, pero no digas algo tan mezquino como que no entiendes que se ejerza un boicot hacia la película porque Gaztañaga «sale poquito». Por cierto, no es el espectador el que te ha boicoteado, sino tu chica.
OsitoF
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