Cinta de terror desagradable como pocas, tanto en lo violento como en lo psicológico, que, para mí, tiene el valor de ser la primera de su clase, la pionera en utilizar el terror como medio y como fin. En “Alta tensión” me encontré por vez primera con una película que no quería contar una historia en la que los sustos fuesen un mecanismo para generar ambiente o el gore una forma de añadir colorido, sino que trataba de sumergir al público en el mundo que planteaba y que sufriera como un personaje más.

Y lo conseguía. Vaya que sí. Sin grandes alardes y una puesta en escena minimalista (una casa dejada de la mano de Dios, una familia normal, una invitada, un bosque y un psicópiata), “Alta tensión” ofrece sensaciones no vistas anteriormente, con un rendimiento espectacular en cuanto a la tensión que genera y el desasosiego que provoca en apenas noventa minutos que se hacen eternos. De alguna manera, consigue que el espectador trascienda la habitua observación de acontecimientos y acompañe a los protagonistas en su lucha por la supervivencia. Incluso se permite el lujo de un arriesgado giro final que puede resultar (a mí personalmente no) algo artificioso, pero que resiste cualquier análisis de consistencia que se le quiera realizar. Que nadie se engañe, con los limitados recursos empleados, “Alta tensión” puede no parecer una producción seria, pero está enormemente trabajada en términos de guion para que no queden los típicos cabos sueltos de este tipo de películas: una vez que se destapa el pastel, todo cuadra.

Insisto que no me gustan esta clase de películas, pero puedo reconocer un producto original y bien hecho.