Primer largometraje de Santiago Segura desde la, digamos, controvertida ‘saga Torrente’ y, sin ser una película redonda, no decepciona. De entrada, logra el objetivo que toda comedia debería marcarse -no todos los directores entienden esto- de hace reír y, por si alguien se lo está preguntando, lo hace de una forma estilosa e inteligente. No sé si consciente o inconscientemente, Segura se aleja del Universo Torrente con sus chistes zafios y humor de sal gruesa, y le sale una obra inteligente donde los sketches están bien preparados e hilvanados, además de ser de bastante buen gusto. Insisto en esto porque me ha llamado la atención y hay que alabarlo: los golpes de humor (bastantes de ellos) están MUY trabajados, se van cocinando poco a poco, con mucha preparación para luego rematar con uno o incluso varios puntazos encadenados. No había visto esto en ninguna comedia española y en muy pocas extranjeras.

La historia no es novedosa (una chica de la que todos se aprovechan hasta que un accidente del destino la empodera) y tiene poco que contar, lo cual no es algo malo cuando se trata tan solo de servir de base a los gags. Está suficientemente bien narrada e interpretada por un elenco solvente enriquecido por los habituales amiguetes de Segura. Sí es cierto que va de más a menos, supongo que porque las situaciones cómicas sobre la pobre chica desgraciada que introducen la historia tienen más posibilidades de triunfar que sketches en la situación inversa, que están encorsetados por el hecho de tener que conducir a un desenlace que contente a todos. Aún así, Segura (perro viejo en esto del humor) reserva astutamente algunos fuegos artificiales para el final, que dejen buen sabor de boca.

Yo creo que, como todo lo que hace Segura, es una película sin pretensiones, por y para el disfrute del espectador, que amortice la entrada que haya pagado y vuelva al siguiente estreno. Eso es algo que consigue durante gran parte del tiempo y, además, se puede ver en familia.