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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Acción. Thriller. Cine negro Una organización que opera desde Tokio quiere vender a los Estados Unidos un arma secreta por cien millones de dólares. Si no aceptan comprarla, amenazan con destruir las bases americanas. Un agente especial, conocido por la clave OSS-117, es enviado para abortar los planes criminales. (FILMAFFINITY)
17 de diciembre de 2019
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Si en 1965 James Bond había viajado a Japón para evitar una guerra nuclear, Hubert Bonisseur de la Bath, agente OSS 117, no iba a ser menos, de modo que al año siguiente voló con armas y bagajes a la capital nipona, con el fin de neutralizar a una misteriosa organización capaz de destruir una base de la marina estadounidense con un arma secreta. André Hunebelle pasó los trastos de rodar a su camarada Michel Boisrond, más experto en comedias romanticonas que en cintas de acción, de modo que la película se mueve constantemente entre la parodia y el género de aventuras. Siempre más probretonas que los Bond, las aventuras de OSS 117 discurren en un Tokio plagado de peligros, en el que acechan pérfidos orientales dispuestos a rebanarte el pescuezo a la menor ocasión. Protagoniza por segunda y última vez Frederick Stafford, tan atilfado e inexpresivo como de costumbre, pero en esta ocasión viene acompañado de la deliciosa Marina Vlady, ante la cual te rindes haga lo que haga. Esta muñeca rusa adornó con sus encantos 108 títulos, que oscilaban entre el aprobado largo y el aprobado justito (aunque trabajó con Welles y Godard, mucho ojo). La narración discurre entre los garrotazos y los tiroteos acostumbrados, las persecuciones sin ton ni son, y la palpable intención de complacer al espectador poco exigente. No hace daño verla.
Ah, se me olvidaba: uno de los firmantes del guión es Terence Young, para más inri. De agente a agente, y tiro por la tangente.
Eduardo
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