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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
6
Cine negro. Drama. Thriller John Cummings es un agente de ventas cuya vida personal es un auténtico fracaso. Para colmo, el coche que se ha comprado para hacer su trabajo se lo roba una banda organizada, que se dedica a falsificar la documentación de los vehículos sustraídos para después venderlos. En vista de que, al denunciar el robo, le aseguran que será casi imposible encontrar su coche, decide investigar por su cuenta, aunque pronto descubrirá que tiene que ... [+]
16 de septiembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un probo y más bien tontaina comercial ve su mundo derrumbarse cuando le roban el coche unos jovenzuelos a sueldo de un malvado delincuente. No cejará hasta recuperarlo, aun a riesgo de su vida. Esforzado drama tintado de thriller, obra de un desconocido John Guillermin, antes de que se dedicara a gastar grandes sumas en paparruchas (El coloso en llamas, el horripilante remake de King Kong). Con un presupuesto ajustadito, una fotografía en B&N sublime de Christopher Challis, y una banda adecuadamente jazzy de un John Barry que empezaba así su carrera, Never Let go transita por las tenebrosas callejuelas de un Londres tirando a clase obrera en el que estafadores y chanchulleros de todo tipo se las ingenian para fastidiar al prójimo. Mención especial para Peter Sellers en el papel del odioso Lionel Meadows que amarga la vida del pobre John Cummings (Richard Todd, muy en su papel), un hombre necesitado con urgencia de hacerse valer.
Siendo un ser odioso en la vida real, según atestiguan no una sino varias lenguas, Peter Sellers abandonó sus papeles cómicos para meterse en la piel del malo de esta cinta, pero sus fans no consiguieron superar el trauma y lo pusieron a parir, de forma que recogió su monstruoso y maltrecho ego y empalmó un papel cómico tras otro, hasta volver al drama poco antes de morir con la espléndida Bienvenido Mr. Chance. Una pena. Quizá nos habríamos ahorrado algunas payasadas penosas si hubiera sido más flexible. En cualquier caso, su esfuerzo, incluido el acento, es meritorio y da pie a las mejores escenas de la película, por lo demás bastante apreciable y extrañamente actual, pese a los años transcurridos. Una pena también que Guillermin abandonara películas humildes y pequeñas pero excelentes (pienso especialmente en El robo al banco de Inglaterra) para volcarse en obras más ambiciosas comercialmente, pero no siempre acertadas. A recuperar.
Eduardo
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