Desconozco la obra de Hunter S. Thompson en que se basa la película, pero la labor de Robinson es correcta y punto. De hecho, el trasunto de Thompson me parece un gilipollas integral, un hombre sin principios ni ideales, errático y vacío, siempre más pendiente de la botella que de las circunstancias que le rodean. Da la impresión de que no se entera, en una palabra, y eso para alguien que vive de la pluma (bien, de la máquina de escribir) se me antoja grave. Para colmo, ya sé que fue un capricho personal del señor Depp, pero después de verle en tantas piratadas del Caribe y en algunas meteduras de pata de su compinche Burton, no me lo puedo tomar en serio. Durante la proyección intenté olvidarme de esas películas, pero no lo logré, y me supo mal. He perdido al Depp actor y se me ha quedado grabado el Depp fantoche. No sé qué deberá hacer este hombre para sacarme de este hechizo. Desde luego, no es Los diarios del ron. La impaciencia me corroe.