Si éste es el tipo de películas que Catalunya dará a luz cuando sea (hipotéticamente) independiente, pase de mí este cáliz. No tengo palabras para describir el bodrio, pese a que he sido bueno y sólo le he dado un 4. Acogida dentro del subgénero "comedia gastronómica" tan en boga, y que sus buenos frutos ha dado (recordemos Deliciosa Martha, El festín de Babette o la reciente Un viaje de diez metros), Menú degustació nos presenta un trasunto del Bulli, con una situación calcada a la que despidió tan egregio lugar, y reúne una serie de personajes, extranjeros o catalanes, ninguno procedente de la odiada España, convertidos en estereotipos andantes, que van lanzando frases sacadas del Manuel-Básico-Para-Escribir-Guiones capaces de sonrojar a un alumno de instituto. Todo se ve venir desde kilómetros de distancia, tan previsible que a veces hasta sorprende que se haya plasmado tal como uno suponía. La pareja protagonista es de risa, Stephen Rea te hace sufrir (pobre hombre, en qué embolado le metieron), y Fionnula Flanagan se apodera de la función sin el menor esfuerzo. Aparecen dos de los hermanos Roca, supongo que por aquello de la solidaridad, y la situación se arrastra hasta un final ridículo e inverosímil de cuento de hadas. Quienes esperen consolarse con la confección y visualización de sabrosos platos de autor también quedarán despagados, pues nada de eso ocurre. Lo mejor es ir un buen restaurante y pasar de la película. La satisfacción será mucho mayor.