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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
3
Drama Oliver (Julio Perillán), un joven director de cine asentado en Los Ángeles, descubre una noche en una web erótica que la protagonista de uno de los explícitos vídeos es su hermana pequeña, Aurora (Ivana Baquero). Sorprendido y confuso, decide viajar a Madrid, tras varios años sin visitar a su familia. Comienza así una búsqueda obsesiva de respuestas, un viaje íntimo hacia la turbación y la verdad de la imagen, una historia de dominación ... [+]
28 de febrero de 2018
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera película de Pedro Aguilera (desconozco las dos primeras), que me parece fallida en extremo. Un director de cine (no sabemos de qué tipo de cine, pero nos lo imaginamos), aficionado a ciertas perversiones, descubre a su hermanastra en una página web erótica. Obsesionado con ella, se reencontrarán y la arrastrará en su espiral de voyerismo y sexualidad bizarra. Hay un momento en la cinta, cuando descubrimos que ha llenado la casa de Aurora de cámaras ocultas, en qué nos preguntamos cómo lo ha logrado, pero eso, por lo visto, no importa; lo que de verdad interesa es la relación enfermiza que une a los hermanos, y que poco a poco socavará su equilibrio mental. El gran problema es que no existe un verdadero estudio psicológico de los personajes, no sabemos por qué Aurora se siente impelida a jugar el juego de Oliver, qué le resulta tan atractivo de ser espiada constantemente. Los diálogos suenan forzados, así como algunas situaciones. ¿Es normal que te vayas a follar a tu hermana con los amigos a pocos metros de distancia? Pase que Oliver sea un perverso de manual, con sus videos de Karen en plan sadomaso, pero la evolución de Aurora no resulta coherente, más parece una adolescente necesitada de un par de hostias, con perdón, que una mujer hecha y derecha. Por fin, el homenaje explícito a Holocausto caníbal, uno de los granes bodrios de la historia del cine, parece querer comunicarnos un mensaje especial, pero eso lo dejaré al cuidado de sus futuros espectadores.
Julio Perillán (ay, esos apellidos), una especie de Eduardo Noriega canoso, da el pego en su papel de obsesivo compulsivo. A destacar que Ivana Baquero, la niña de El laberinto del fauno, ha crecido. Ha crecido mucho. No tanto en estatura, como por delante y por detrás. Impresionante. En cuanto a sus dotes interpretativas, la gestualidad es correcta, pero el recitado de los diálogos no tanto. Es como si no se lo creyera. No me extraña.
Extraña y fracasada película.
Eduardo
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