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España España · Madrid
Voto de Charles:
1
Drama. Romance Milla, una adolescente gravemente enferma, se enamora de un traficante de poca monta llamado Moses, dando así comienzo a la peor pesadilla que jamás han experimentado sus padres. Sin embargo, a medida que Milla descubre lo que realmente significa el amor, todos aquellos que están a su alrededor aprenden de ella cómo vivir como si realmente cada día fuese el último. Lo que podría haber sido un desastre para la familia Finlay pronto se ... [+]
3 de julio de 2020
22 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno.
Por dónde empezar.
La guionista pensó que sus experiencias vitales (eso parecen), levemente parcheadas en estructura narrativa, valían para hacer película.
Y podría haber sucedido, si el valor emotivo de la historia no fuera tan penosamente marginal, la supuesta originalidad del experimento un apestoso regurgitado de otros referentes mejores, y hubiera un puñetero personaje comprensible en algún lado de su metraje, que son dos horas pero se sufren como cinco.
Ojo, no digo un personaje "querible" (porque yo, chapado a la antigua, pienso que sin conectar a una persona no tienes guión ni nada que se le parezca), si no que, en un esfuerzo de ver cine modernuqui, pienso en personajes "comprensibles".

Porque parece haber, de un tiempo a esta parte, una absoluta plaga de cine indie pagado de si mismo que se piensa que cuanto más respondones y rebeldes sus protas, más llama la atención, como si fuera un niño chico. Y un papel así te lo defiende y te lo deshuesa un James McAvoy o una Jessica Chastain, no los dos insufribles modelos de pasarela que tenemos aquí.
[¿Qué tal habría ido coger de prota una chica a la que no le quedara bien la calva? ¿O pillar a un chaval difícil de mirar, de dientes torcidos, para el papel de drogadicto, en vez de un Calvin Klein mugriento?
Pensamiento que me viene así a bote pronto, porque pedimos diversidad a películas de millonazos y bazofias como esta tienen el sota-caballo-rey de siempre]
El caso: no hay ni un solo minuto en que el drama de baratillo llegue a ninguna parte, porque la directora, listísima y alternativa ella, elige filmar todo para nunca meternos en el dolor y la pena de una paciente de cáncer terminal, y en su lugar acumula postales de Instagram mil veces vistas, plagiadas y fotocopiadas, documentando un romance adolescente que quiere creerse paradigma de lo super guay y no llega ni a mierda en los zapatos de 'Last Christmas' (por poner un ejemplo así reciente).

OHGUAULACHIQUISEPONEUNAPELUCAAZULCHICLE.
Me da igual.
De verdad.
A estas alturas del partido, me parecería oasis refrescante que una de estas películas "de cáncer" supuestamente sensibles, se atreviera a mostrar una protagonista pasándolo mal, haciendo esfuerzos para todo, sudando como una gorrina y tratando de mantener la dignidad que pueda en una situación así.
Pero no, esta muchacha va divina y peligrosa siempre. Luciendo unas pelucas que ni Beyoncé, entallada en unos ""outfits"" de morirse, la más sensual de la fiesta aunque al principio hagan un amago de pintarla como patito feo que quiere salir de su cáscara.
Eso, y la naturaleza semi-improvisada de una mayoría de escenas, me hacen pensar que directora y guionista no solo no respetan mi discutible inteligencia, sino que encima pretendían colar un cagarro indie a pasear por festivales para ver si sonaba la flauta de la crítica más moderna y alternativa.
Lamentable es poco, y lo diré así de tajante: amo el cine, respeto el cine, pero si estos son los estrenos que nos vienen post-pandemia mientras otras joyas están sentadas en el banquillo, se me puede ir a la mierda el cine.

Luego, los títulos.
Wes Anderson nos tiene ya bien entrenados.
Pone un título curiosón, un marco pulcramente recto, y ya nos tiene enganchados al "qué pasará".
Aquí, sin embargo, la cabeza alcornoque de Shannon Murphy pilla un plano medio estable (te me compras un trípode, que están baratitos, de verdad), calza una sobrada de poema tuitero y se cree que hace cine inteligente.
Enhorabuena si no quieres rajar la pantalla al cuarto o quinto título, porque yo me he quedado con las ganas.
(Inciso: cuando llegas a un punto en que metes un título cada dos-tres minutos, igual te tienes que cortar un poco, o replantearte que tu técnica es una soberana estupidez)

¿Los demás?
Bien, gracias, Ben Mendelsohn y Essie Davis, en el papel de padres sufridos, hacen bueno cada minuto de sus presencias, aunque estén metidos en la más pestilente de las ponzoñas, y si no estuvieran aquejados de diálogos tontainas diría que merece la pena solo por ellos.
Particularmente, me gusta que Mendelsohn elija darlo todo aunque la cámara no vaya con él: son esos cachitos de calidad a los que hay que agarrarse en la más absoluta de las nadas.

Siento como si hubiera escrito mucho sin decir realmente demasiado.
Y bueno, es que la película es así: inconexa, mal rematada, aburridísima, claveteada de rasgos de estilo (como los personajes de ingenio afilado) que llevan años sin usarse bien.
Pero lo que realmente me enfada, me encabrona. me abomina, es el intento de glamourizar el cáncer, la drogadicción, una relación abusiva de mierda con un pringoso que no tiene escrúpulos en mentir o abusar, y la idea de que no importa si eres un padre de mierda, porque a tu hija se le pasa si le haces una fiesta con globos y piñata.

Ala, que la disfrute quien pueda.
Y quien quiera, que le casque unas cuantas estrellitas de esas que puedan poner con tipografía super chuli en el tráiler para cazar a otros.
Charles
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