Curioso experimento, este 'Noé' de Darren Aronofsky.

Una fantasía heróica que hunde sus raíces en la fe y la crueldad humana, presentándolas como fuerzas que rigen el mundo, un lugar decadente donde los mitos confunden la realidad.
¿Cómo anuda la historia esta combinación de conceptos? Con una valentía a prueba de escepticismos.

Sabemos que estamos en el planeta Tierra, aunque no sabemos si miles de años en el pasado o miles en el futuro.
Aronofsky elige conscientemente desgajar la historia de la realidad de manera que esta tenga aún más efecto, pues es un tipo listo, y desde luego una gran mayoría de gente no habría comprado este soterrado aroma a "religión" si no se le dan los incentivos necesarios.
Por eso, el planeta Tierra presentado en 'Noé' es fascinante: un páramo casi desértico y agotado, donde se intuye hubo maravillas en el pasado pero ahora solo queda polvo y hombres comiéndose unos a otros.

En terroríficas visiones de cadáveres en el agua, Noé es consciente de su misión como salvador terrenal, aunque probablemente no acabe de darse cuenta hasta que vemos los otros humanos que habitan ese planeta.
Tubal Caín y su gente, espejo deformado de Noé pero humano igualmente, solo que perdió la fe hace mucho. Esto es interesante por cómo elige Aronofsky la manera de Dios de manifestarse: pequeñas muestras aquí y allá, apenas vistazos de algún ser superior. Si no lo buscas, lo encuentras; si lo esperas ansiosamente, nunca llega.

Con los humanos se introduce la reflexión sobre nuestra falibilidad: en una visión apocalíptica, Noé ve a toda la Humanidad revolcada en el fuego y el pecado, nuestra capacidad de corromper y destruir como nuestra única forma de vida, ir viviendo y agotar todos los recursos de los que disponemos.
Probablemente sea esa visión la que marque su devenir en la segunda parte en el Arca, donde destaca una visión (absolutamente arrebatadora, Clint Mansell mediante) de la religión por la vía del Creacionismo.

Noé se convierte así en un héroe carcomido por la culpa (en la línea de los protagonistas de Aronofsky), alguien cuya capacidad moral es tan superior que amenaza todo lo demás, sus seres queridos y su propia integridad.
Hay varios momentos en los que Noé se aparta de lo correcto, por un bien que él juzga mayor: en esos momentos es donde el espectador debe juzgarle, pero ahí yo veo la descripción más dolorosa y visceral del Héroe, en mayúsculas.

No es de extrañar que no haya gustado a la Iglesia: demasiado poca bondad blanca, demasiadas emociones humanas "vergonzosas" como el egoísmo o la brutalidad con los nuestros, a veces necesaria pero siempre abominable. Solo digo esto: el Papa podrá decir misa, pero en esta historia está uno de los mejores ejemplos de perdón tras un calvario (tomar la mano de la persona amada, aún sabiendo lo que somos, y lo que hemos hecho) que tanto pregona la fe actual.
Sin duda, 'Noé' es una amalgama de muchas cosas, algunas acertadamente solemnes, otras abismalmente ridículas, pero no se puede negar que como visión bíblica tenga unas agallas fuera de serie: épica, intimismo, radicalidad, fuerza, emoción, dolor, vida y muerte... si hubiera algún relato que contar algún día a la luz de una fogata sobre la crueldad de los hombres y su fuerza de voluntad para superarla sería este.