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España España · Madrid
Voto de Charles:
3
Terror Después de los eventos sucedidos en "Sinister", ahora una madre y sus hijos mellizos se mudan a la casa donde marcada por los asesinatos. Mr. Boogie ha vuelto... (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2016
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La mitología construida alrededor de Bhughul era, como poco, atractiva.
Una deidad pagana sobreviviendo en los márgenes de la Norteamerica profunda, que hacía notar su presencia en pequeñas pinceladas para acabar impregnando de terror la vida de una familia cualquiera. Lo curioso del asunto era cuestionarse si el ente no regresaría si pudiéramos mantener nuestra curiosidad morbosa bajo control.
Pero, en cualquier caso, dicha mitología era original y sólida, lo suficiente como para inquietar con fundamento.

'Sinister 2' carece de todo eso, por no mencionar que ni se esfuerza en intentarlo.
Bhughul pasa a ser un susto de mercadillo, y simple constructo para armar algún tipo de dramilla entre dos hermanos gemelos y su madre, los cuales pasan a estar en posesión de las cintas siniestradas.
Podría ser una buena alternativa puesto que se ha perdido el factor sorpresa, pero lo cierto es que no deja de parecer algo totalmente arbitrario: ni la progresiva inquietud que se vive logra hacer mella en esa familia, ni sus traumas son lo suficientemente interesantes.
Dylan, el hermano bueno, trata de resistir el influjo de Milo, el peculiar cabecilla de la banda de niños adoradores del dios pagano, mientras que su hermano Zach, el hermano malo, quiere saber por qué es tan especial de que se le aparezcan a él. Podría dar para un interesante dilema moral, pero se disuelve en el momento en que ninguno de los dos hermanos parece tener algún conflicto con la situación, sus personalidades son simples como mecanismo de botijo y todo se reduce a ver tooodos los vídeos malditos.

Vídeos malditos que parecen contar con producción casi hollywoodiense, y que desde luego inquietan, pero están lejos de esa desazón que producían los vídeos en la primera parte: más cortos, más directos y desde luego muchísimo más perturbadores, al no tener claro si realmente has visto lo que has visto.
Aquí las torturas quieren ganar algún premio Darwin y por eso están rebuscadamente elaboradas, hasta el punto de que dudas que las haya llevado a cabo un niño, mucho menos de que se hayan podido llevar a cabo sin que el propio nene haya muerto. ¿Qué conveniente resultan las elipsis para tapar agujerillos de planificación, eh?
Tampoco debería estar cuestionando esto, pero son cosas que te sacan de la película, y poco más hay que destacar si lo más terrorífico que me pueden ofrecer aparte de esto son niños ojerosos sentados delante de una proyección.

Ah, sí, que esto era una secuela: se coge a un secundario secundarísimo de la anterior y por arte de magia se convierte en el protagonista más soso de la historia, un pobre detective privado que se convierte en el particular "muñeco de reacciones" a los pocos sustos que se ven. Pues porque había que poner un prota, vaya.
La madre de los nenes, Courtney, pues también pasaba por allí, que dejar a nenes solos está feo, pero incluso dudo de que llegado el final se haya enterado mucho de qué va la vaina (una prueba de su importancia en la historia).
Queda otro, el ex-marido cabrón abusador, que viene, retrasa un poco lo que queremos ver (¡TERROR!¡NO DRAMAS PARENTALES!) y se va tan fugaz como vino sin que nadie le eche de menos.

Hay alguna "valentía" extraña (no sabría cómo llamarla) al dejar que los niños asuman todas las consecuencias de sus actos, sin disculparlos en que son jóvenes e impulsivos... pero suena más a que los personajes importaban bien poco como para encima molestarse en redimirlos.
¿Y si importaban tan poco por qué nos hemos tenido que tragar sus dramas de pacotilla sobre si el marido es abusador, el nene también y el otro podría serlo? Miserable manera de perder el tiempo, vaya.

Mientras, el pobre Bhughul de secundario de lujo en su propio culto.
Como si le hubieran quitado la exclusiva del negocio de poseer niños, y ahora tuviera que conformarse con el cheque que le deja enseñar la cara un par de veces.
Charles
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