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España España · Madrid
Voto de Charles:
7
Drama. Acción El mundo del boxeo está tan devaluado que el campeón Mason Dixon no encuentra un rival a su altura. Han pasado 30 años desde que a Rocky Balboa (Stallone), un hombre sin futuro, se le presentó la oportunidad de boxear y enfrentarse contra el gran campeón Apollo Creed. El coraje y perseverancia de Rocky, tanto en la vida como en el ring, alimentó las esperanzas de millones de personas. Ahora, ya retirado, se pasa las tardes contando ... [+]
30 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por primera vez, la tradición de empezar con el recuerdo de un combate anterior se rompe.
En su lugar, más bien es un recordatorio nostálgico, en letras doradas, de un pasado que fue grande pero ha quedado lejano.
Un simple detalle, que cuenta muchas cosas de la manera más simple.

En 'Rocky Balboa' estamos todo lo lejos posible que se puede estar del pasado.
Rocky ha cambiado, el mundo ha cambiado, y ambos se han teñido de la clase de tristeza agridulce que trae el recuerdo. Es la primera impresión que alcanza cuando se ve al boxeador entrando en uno de esos modernos edificios de metal y cristal, donde no podemos evitar sentirlo fuera de lugar, parte de otro siglo.
Solo ha ido ahí a buscar a su hijo, atormentado por la sombra del padre, la clase de acción sencilla característica del personaje, que enfrenta todo con un buen humor innato.

Sylvester Stallone se olvida de su ego y decide dejarse abrazar por el legado del Potro Italiano: sus exitosos comienzos, su lento declive y, lo más importante, su obvia decadencia. Es por eso que este capítulo de su vida no es tanto uno más, como una comprobación de dónde estaría un héroe de ficción en el mundo real de ahora, que no hace caso de los ídolos del pasado a no ser que sea como diversión nostálgica.
El recuerdo de Adrian, y todos los recuerdos, nos acompañan a Rocky y a nosotros en ese restaurante erigido a su memoria, lleno de fotografías de un pasado que casi ni existe, y donde aquel hombre silencioso de la mesa antaño enfrentó su fuerza de voluntad en el ring.

Aparte, también está la lucha. No la lucha en el ring, no, esa ya llegará (siempre llega), sino la lucha diaria.
Una en la que Rocky debe aguantar no solo lo que pudo ser y no fue, sino el desprecio de lo que es, lo que no puede cambiar o lo que ve que se queda demasiado lejos de su alcance. No cuesta ver en su cuidado de Marie, la niña Marie, un cariño desviado de un hijo al que nunca ha podido conocer bien.
Tampoco cuesta verle desencantado con valores actuales como el poco respeto de las nuevas generaciones o el desapego a lo viejo, casi olvidado. Donde Stallone más podría pecar de abuelo cebolleta se mete una inyección de humildad en vena, aceptando el paso del tiempo sin dejar de decir lo equivocado que puede estar.

Sin embargo, aún queda otra lucha por librar, esta vez sí, en el ring.
Todo son risas y comentarios ácidos, probablemente los mismos que tuvo que soportar Stallone, y no dejan de repetirse las miradas de "deja al yayo hacer lo que le guste hombre, que ya está mayor". Tiene que ser Rocky, el que no ha dado explicaciones a nadie, el que deje una defensa de su voluntad a la cara de la Federación de Boxeo y ante su propio hijo: él tiene una bestia dentro, alimentada por los años, que debe liberar, y hace lo único que sabe hacer para ello. Aunque le cuesta la vida, la salud y la dignidad, hacer lo que siempre has hecho es lo único que te puede salvar cuando ya nada te apoya.
Y es entonces cuando vuelve la ilusión, cuando la cumbre que nadie podía ver se revela clara ante los ojos de los demás también. Cuando un cuerpo cuarteado por el tiempo levanta una pesa hercúlea, y los demás empiezan a creer. Como en otros tiempos, empiezan a creer que es posible, que se puede luchar contra la derrota, siempre que la voluntad acompañe.
El combate, más que cimentado en golpes reales está bañado en sensaciones imaginadas, que no por no verlas son menos reales: Adrian está, durante unos segundos, en esa multitud que corea el nombre del Potro Italiano.

Se ha librado de nuevo un combate contra la bestia del miedo y la impotencia que teníamos dentro. Una vez más, hay un vencedor moral pese a que haya otro real. Y otra vez, lo más importante es la primera persona que se busca al bajar del ring.
Con las imágenes de los créditos Stallone nos demuestra algo: que los sueños, luchas y esperanzas de esta saga son tan suyas como nuestras.
Charles
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