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España España · Madrid
Voto de Charles:
8
Ciencia ficción. Comedia. Fantástico Desde un lejano planeta, y debido a un error de un laboratorio espacial, llega a La Tierra teletransportado un extraño personaje, un pato que dice llamarse Howard. Es acogido en casa de Beberly, una joven que es vocal de un grupo de rock. Cuando el doctor Jenin intenta devolverle a su planeta, la energia diabólica del experimento le atrapa, transformandole en el terrible Señor de las Tinieblas y Howard tendrá que enfrentarse a él. (FILMAFFINITY) [+]
14 de septiembre de 2016
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pato en un mundo de humanos, o como él dice, monos sin pelo.
La clase de concepto que, tomado en serio, perdería su gracia.
Simplemente es así, pero no solo eso, sino que además el pato en cuestión es fumador, cínico, coñero y calenturiento.

'Howard el Pato', o 'Howard: Un Nuevo Héroe' como los distribuidores acojonados se empeñaron en llamar, es un triunfo absoluto de la parodia que el cómic original proponía: un animalito "mono" transplantado al mundo real, donde debe lidiar con el alquiler, la parienta, la falta de trabajo y la mediocridad existencial. Como cualquier hijo de vecino, pero encima teniendo pico y plumas.
Y siendo así, es loco que en esta adaptación no hayan rebajado ni un gramo toda la carga irónica del original, metiendo a Howard en una Nueva York ochentera donde se la tiene que ver con todos los chiflados que la poblaban por aquella época, moteros, pervertidos y prostitutas incluidos.
Puede costar entrar en la historia, y probablemente es lo que le pasó en su estreno (¡el protagonista es un pato!), pero tiene todas las recompensas posibles: un comentario ácido sobre nuestra estupidez general y nuestro egoísmo particular, porque prestaríamos más atención a Howard por sus curiosa fisonomía que por sus problemas personales.

Él solo quiere volver a su casa, y es normal porque ¿acaso no estarías cabreado si te hubieran mandando más allá del espacio cuando te disponías a relajarte del trabajo echando una siestecita delante del televisor? Pues es eso.
Afortunadamente, su encuentro con Beverly prueba que no todo es malo en este loco mundo que nos gastamos. La Lea Thompson más entregada a la causa posible brilla como amiga del pato, creyendo hasta la médula que su nuevo compañero de piso merece las mismas oportunidades que el resto de gente, sin que por ello le tengan que tratar como un fenómeno de circo en un laboratorio. Si la historia funciona es sobre todo por ella, porque es la llave para comprender a un Howard hastiado que nunca verá como un bicho raro.
Pero es que encima, hay auténticos golpes de genio que a ninguna película se le ocurriría hacer: ¿qué película se atrevería a meter a un pato en la oficina del paro, solo para que acabe trabajando en un prostíbulo? ¿o enfrentarle a la perspectiva de llegar a altas horas de la noche tras un duro día de trabajo? Por no hablar de que sus congéneres son felizmente cazados y servidos en nuestros restaurantes.

Quizá es inteligente adaptación, quizá es pura locura de los responsables, pero todas esas situaciones cotidianas solo añaden extravagancia y comentario crítico, nunca parecen tonterías metidas porque sí, como podría haber sido el caso.
Incluso, cuando la historia da un giro hacia la aventura fantástica, sigue lejos de serlo, gracias a un Howard particularmente afilado en sus réplicas y comentarios al Señor de la Oscuridad, una entidad tenebrosa que tendrá que adaptarse a que los humanos seguimos siendo igual de estúpidos ante la perspectiva del apocalipsis: para nosotros, si un tipo viene a contarnos no-sé-qué de una galaxia oscura probablemente vamos a acabar mandándole a la mierda por tarado.

Howard se convierte, en esta película, en el héroe cotidiano por excelencia: el que viene de un planeta de patos pero no puede ganarse la vida por discriminación laboral. El que ha viajado por el espacio pero tiene problemas ante la perspectiva de acostarse con una Beverly insinuante. Y el que, ante un Señor de la Oscuridad, solo alcanza a decir "joder, otra vez".
Al final va a resultar que es más humano que todos esos simios sin pelo.

Su única falla, respecto a ellos y respecto al público, es que nació pato.
Pero eso no le quita absolutamente nada de encanto (o, como él diría, "sex-appeal").
Charles
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