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España España · Madrid
Voto de Charles:
6
5,5
3.221
Animación. Comedia. Fantástico Cada año, en Navidad, los lugareños perturban su pacífica soledad con celebraciones cada vez más desmesuradas, luminosas y ruidosas. Cuando los Quién declaran que ese año van a preparar una Navidad el triple de grande, el Grinch se da cuenta de que solo hay un modo de recuperar algo de paz y silencio: robar la Navidad. Para ello, decide hacerse pasar por Santa Claus en Nochebuena, haciéndose con un reno muy peculiar para tirar de su ... [+]
3 de diciembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me he llegado a plantear que el Grinch cumple una función social.
Contra el dulcísimo espíritu navideño, el Dr. Seuss tuvo a bien crear un ser que no solo lo odia, sino que además quiere desterrarlo de todos sus vecinos.
Pero, al final, como todo buen cuento con moraleja, celebra las fiestas sin mudar su piel verde: lo dicho, un icono para todas esas veces en las que nuestra mala cara solo necesita que la quieran un poco.

La cuestión es que, al menos en el cuento original, el Grinch te impactaba porque… era un poquito cabrón.
No “travieso”, no “cascarrabias”, no “insatisfecho amargado”. Cabrón, a secas.
Un pequeño pero crucial detalle que con el paso del tiempo y sucesivas adaptaciones se ha ido desdibujando, cual impresora que a cada nueva fotocopia tiene menos tinta.

Así hasta llegar por fin a ‘El Grinch’ de 2018, que sin ser malo… es clamorosamente inofensivo.
Tal vez el estilo de animación, más blandito y pulido de lo que esta historia requería, ha jugado en su contra.
Es posible que rendir escrupuloso homenaje a la tradición haya dejado al relato muy confinado en sus propios límites, cojo para justificar una nueva versión.
Pero lo único que sé es que este Grinch no te revuelve en ningún momento tu mala uva, hasta que quieras liarte a bastonazos de caramelo con cualquier incauto cantando villancicos.

El mojo, el hechizo, se ha perdido, y no sé hasta qué punto influye que el Grinch, en vez de capullo activo, más bien parezca monigote pasivo maltratado por todo Villaquién.
Puede ser que el querer convertirlo en producto aptísimo para niños haya extirpado su atractivo adulto también.
(Ahí va mi homenaje al Dr. Seuss con esa rima, algo que agradablemente se ha conservado en esta versión con cierta estima)

Por suerte, algo que tienen los cuentos es que no importa cuánto te esfuerces en aguarlos, que si los cuentas bien por lo menos sirven para pasar el rato.
Y, como tal, en el enésimo viaje a la montaña torcida que gobierna el horizonte de Villaquién, al menos puedes recrearte las vistas con un humor físico bastante esforzado, un paralelismo Grinch/Cindy Lou muy bien tirado respecto a cómo los días pasan mejor con según qué ánimo, y un entrañable mensaje sobre cómo las cosas materiales no son el verdadero regalo de la Navidad.

Mi única preocupación es que, de aquí a 20 años, en una nueva versión las cosas bonitas y divertidas sigan comiéndole terreno al verdoso peludo en traje de Santa Claus.
Porque seguiremos necesitando un poco de vinagre en nuestro mazapán.
Charles
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