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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
6
Ciencia ficción. Drama. Fantástico. Romance En el año de 2092, Nemo Nobody, que tiene 120 años, es el último ser humano mortal de la Tierra y vive rodeado de hombres que han alcanzado la inmortalidad gracias a increíbles avances científicos. Cuando Nemo se encuentra en su lecho de muerte, recuerda varias posibles existencias y matrimonios que no llegó a vivir. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Intenta ser un himno a la vida. Y lo consigue en la medida en que alaba la cantidad de tiempo y emociones que es capaz de vivir el protagonista.
Dada la mortalidad del ser humano, se busca la eternidad en el sub-mundo de la posibilidad. Es aquí donde el la película aporta su más interesante concepto. No consigue dar con la clave para que el espectador se apasione. Se lía en esa "catarata" de fotogramas y da vueltas hasta que te mareas.

Se trata de una producción europea deslumbrante, aunque sin una verdadera definición del personaje. La banda sonora resulta repetitiva pero asombrosa. Tal vez sea la narración el punto cargante de tan deslavazado montaje.

En otra película llamada "Los edukadores" dicen algo así como: "esto es como Matrix, si juegas no lo ves y si lo ves no puedes jugar". En esta obra de Van Dormael te explican el juego antes de darte la pastilla. ¿Se puede elegir entre estar vivo o saberse en vida?

Una vez situados, la película se colapsa en un viaje ralentizado. A la 1.10 h. empiezo a mirar el reloj. Me satura la estética contemporánea de explotación de recursos. Festival de cambios, ritmo desigual.

Parece llevar a cabo la intuición filosófica del "ya sé lo que NO quiero: ser como tú". La elección como renuncia a la posibilidad, con pobres justificaciones. Probablemente lo más interesante sea la clase de física que nos enseña la cinta, y no la de metafísica. La interminables cadena de simbología pretende más de lo que consigue. Acaba siendo pesada y monótona. Aunque servirá de archivo de todo aquello que se puede hacer con una cámara y un ordenador.

La intencionada analogía entre la vida del universo y la vida humana da lugar a una vaga explicación del llamado Big Crunch. Es curioso que el nombre de Ana sea capicúa, cuando acaba tiene que volver a empezar.


Van llenando el estudio de tanto aparato (y la película de tanta escena sin orden) que se desvive la luz. No encontramos el interés. Pero al final alguien se acuerda de pulsar el interruptor y se enciende una pequeña luz, eso hace que no se derrumbe.
Javier Moreno
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