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Costa Rica Costa Rica · Me encantan las galletas
Voto de Javier Moreno:
7
Drama Cyril, un niño de once años, se escapa del hogar de acogida, donde su padre lo dejó después de prometerle que volvería a buscarlo. Lo que Cyril se propone es encontrarlo. Después de llamar en vano a la puerta del apartamento donde vivían, para eludir la persecución del personal del hospicio, se refugia en un gabinete médico y se echa en brazos de una joven sentada en la sala de espera. Así es como, por pura casualidad, conoce a ... [+]
13 de agosto de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde la ilustre concesión a la moralidad y entre las correcciones psicológicas de las ineludibles etapas temporales, aparecen y se acrecientan los dolores que lindan con la dignidad y la ignominia.

De una claridad severa y de un contraste digital son las maniobras de unos directores que muestran una vida sosegada, límpida y veraz frente a la grácil y efímera rebeldía de la ignorancia.

Un niño. Una educación tardía y errónea. Una mujer yerma. Un retrato social de plausible moralina que inyecta objetividad a un espectador acostumbrado a ser dirigido.

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El cine belga sella un título de formato europeo que no sólo no escapa, sino que además aglutina los clichés de este continental arte en una película sincera, honesta, de pretendido observador. La imagen no esconde, no se retrasa, no fantasea. Simplemente hay relato, libre e indefectiblemente turbio. Un guión que fotografía las diferencias educacionales sin escapar a los tópicos pero ofreciendo una mirada sensata, fría y agradable.

Ese niño que vive en un orfanato es acogido por una mujer falta en amores y deseosa de ser útil. Con valentía y benevolencia, intenta redirigir al joven que simplemente vive lo que brota a su alrededor. ¿Por qué demonios le iba a ser tan doloroso vivir aquello que brotaba naturalmente de él? Hesse aflora y suena un Demian muy depurado y extraño que, tal vez, sea eco de un inicio moral europeo.

Y entonces vemos que los puntos de vista hacen colorear el vidrio, todo se divide en planos y nos posicionamos sin querer.

Una bicicleta, un puñado de inquietudes y una solemne actuación marcan este drama de honestidad implacable. Incluso cambiando resultados, nuestras actuaciones tienen algún valor moral que las define antes de ejecutarse. Maldito imperativo.
Javier Moreno
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