No teníamos un gran estreno desde marzo y tanto Warner como Nolan han apostado por ser el gancho que el público necesitaba para volver a las salas. No creo que lo consigan, es una época de miedo e incertidumbre, aunque sí están atrayendo a muchos más de los que han pasado por las mismas en 5 meses.

Tenet es un Rosebud (no pretendo spoilers). Es una palabra, un mcguffin de manual. Y Nolan nos pide atención con ello tras unos primeros minutos de acción desbordante e impecable. Pero luego no pausa para explicarnos la profundidad de personajes que todo guión requiere para justificar próximas acciones. Ni hay drama de fondo ni se le espera. Ni hay un arco de desarrollo de personajes ni tampoco se espera. Tenet es un producto narrativo de acción sin descanso. Una pena para los que buscamos las razones para considerar Origen e Interstellar grandes obras de entretenimiento.

En la última de Nolan uno se entretiene a fuerza de sonido (demasiado sonido atronador), búsqueda de explicaciones constantes y giros rápidos discursivos acerca de la "inversión" temporal. Y ese es el verdadero tema de la película, en vez de ser la herramienta con la que dirigir una trama más profunda. Esta vez Nolan ha hecho una sinécdoque de su misma película: ha tomado la parte por el todo. Al "Protagonista", que no tiene nombre porque es un Ismael en Moby Dick (recordemos el comienzo de la novela: Supongamos que me llamo Ismael o Llamadme Ismael) no se le conoce razón alguna por la que actuar, gustos personales más allá de hacer dominadas ni emoción alguna, una pena.

Artificio, esta vez sin juicio, por el entretenimiento más superficial. Amena y ensordecedora, Tenet toma una premisa como máxima: tu ignnorancia te salvará. Si pretendes comprenderla completamente estás perdido, si los personajes pretenden saber cual es el objetivo final, no están capacitados.

Dos ideas subyacen, aunque se quedan en una conversación casi banal: que no valoramos de dónde venimos ni nuestro pasado (a nuestros mayores); que la elegancia aparente, así como el truco fácil, es suficiente para una sociedad pre y postpandémica. Pan y circo, por resumir.

Ah, y le falta metraje que habrán cortado en el montaje, porque se nota que la narración echa de menos más carga argumental y visual, todo ocurre demasiado rápido.

Bien hecha, una ejecución (de nuevo) excelente. Aburridísima banda sonora y un John David Washington asombrosamente digno. No me emocionó nada.