Buena excepción. Películas de contenido tan evidentemente moralizante pueden caer en el error de producir un insomnio que más o menos empieza en los cinco primeros minutos después de los títulos de crédito del principio hasta más o menos el infinito. He superado esos primeros cinco minutos sin efecto narcótico alguno y sorpresa tras sorpresa me he ido emocionando tanto con la trama y con los personajes que incluso hasta me ha sabido mal que acabara (quería mas...)

Aristarain juega a no perder y gana. Va a lo fácil, la utopía de los idealistas buenos/buenísimos contra los terratenientes malos/malísimos. Y sí, ir allí es fácil, pero lo difícil es no aburrir. Creo que lo consigue haciendo a los personajes más reales y al menos próximos a mí, podrían ser de mi barrio mismo y visto lo visto hasta yo podría irme de copazos con Sacristán o con Luppi, también le metería caña a la monja, me enamoraría de Cecilia Roth y asumiría mi derrota cuando tocara. Ese "Lugar en mundo" podría ser mío y ese es el mérito del buen argentino Aristarain.