Supongo que la mayoría estaremos de acuerdo al afirmar que "A tiro limpio" se sale de la órbita del cine que se hacía en aquella época en España. Para los nostálgicos esos años sesenta es sinónimo de nos pestañear con películas de folclore, con actuaciones musicales del típico artista, toreros, normalmente en comedias sencillas sin ningún recorrido que pese a su mediocridad muchos siguen aplaudiendo. Lo incomprensible es que aparecieran excepciones como "A tiro limpio", del poco conocido Francisco Pérez-Dolz, que se sale de la tangente para hace cine negro puro y duro.

¿Por ser distinto a lo que la rodea esta película hace que ya sea una obra maestra?; el espectador que llegue aquí lo valorará según su juicio, al menos sí tiene el atractivo de ver algo atípico en la España de esos años, tenemos ante nosotros a unos tipos que se mueven por el lado oscuro y peligroso de la vida, gente de gatillo fácil, violentos, involucrados en el crimen hasta las cejas y dispuestos a jugarse la vida por la pela. Nunca mejor dicho, la pela. Y nada menos que en Barcelona, otra singularidad, con un personaje que sólo habla en catalán (ay, esos nostálgicos, seguro que hasta se molestan por eso más de cincuenta años después) y unos movimientos de cámara que nos indican que quienes andaban detrás sabían lo que hacían.

Así que lejos de esos Marcelinos pan y vino, niños cantores y comedias infumables, "A tiro limpio" sorprende por su brutalidad, por su potencia, sea donde sea se puede desatar la violencia, caiga quien caiga. Es buena, llegar aquí es para sentirse afortunado porque como suele suceder, anda escasa de fama...