Con el trío protagonista que se presenta en los títulos de crédito iniciales, con letras de oro y todo, Widmark, Fonda y Quinn, sencillamente esperaba más. Puede que dos horas sean un chasquido si lo que tienes delante es una película con ritmo, tensión permanente y furia por todos lados. Y también puede que dos horas sean demasiados minutos cuando los motores tardan en arrancar o que cuando lo hacen ejercen una potencia ridícula. Es una cuestión cualitativa, no cuantitativa: por eso afirmo que para mí "El hombre de las pistolas de oro" es larga como un día sin pan. Es mi opinión, por supuesto, que contrasta con la mayoría de las voces que se han pronunciado sobre este western.

Cuando me pongo una película del oeste quiero ver lo que me ha ofrecido esta película, ni más ni menos, pero atención: no a medio gas como aquí, no con un personaje como el de Widmark que al principio parece que estorba y no sabemos cómo ubicarlo y que ya al final saca pechito con su estrella de sheriff. Es muy evidente lo que el director Edward Dmytryk nos quiere enseñar, su mensaje es admirable. Hay un grupo de seres humanos, llamémosle sociedad, que necesitan algo de alguien, de manera que cuando ya lo obtienen y no es útil se le despide, adiós, hasta luego y no dan ni las gracias porque ya estorba. Usar y tirar. Eso es lo que hacen con Fonda, que trae de la mano a Quinn y que les une una amistad muy especial, tanto que muchos especulan sobre su relación como si hubiera amor físico también.

Yo creo que el "far west" tal y como debiera ser obliga a desarrollar emociones intensas y sobre todo muy mala leche. Esta película me decepciona porque en lugar de ser un rodillo (pudiéndolo ser) va muy poco a poco. Tiene un guión sencillo, como ha de ser, el que quiera complicaciones en la trama que se vaya al cine negro, que los westerns son así. Pero la mala sensación de haberme aburrido es inevitable, la aparición de dos rubiazas con ojos azules resplandecientes no me convence y eso de ser el más rápido en un duelo ha de acabar con tiros, no con medias tintas...