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Acción. Comedia
Fong Sai-Yuk es un rebelde estudiante de Kung Fu que siempre se mete en problemas con los manchúes. Para evitar problemas mayores, su madre, con la ayuda del monje San Te, ingresa a Fong y sus dos hermanos en el templo de Shaolin. Fong es castigado a menudo por San Te y por ello se escapa la noche del Festival de la Linterna para provocar alborotos. El gobernador manchú se queda muy impresionado con su kung fu y prepara un plan para ... [+]
6 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Discípulos de la Cámara 36
Con Discípulos de la Cámara 36 se cerró la trilogía de las 36 cámaras de Shaolin. Al igual que Retorno de las 36 cámaras la película opta por el tono cómico, y si bien mantiene el nivel en los combates es posiblemente la menor de la trilogía.
La fórmula de un joven rebelde que huye de la represión, tiene una fase de entrenamiento y regresa para realizar un acto de justicia/venganza, usada en las dos primeras partes de la trilogía es abandonada, y este es el punto crítico de la cinta.
La película es pasable y llega a ser entretenida, pero está lejos de los clásicos del género.
Con Discípulos de la Cámara 36 se cerró la trilogía de las 36 cámaras de Shaolin. Al igual que Retorno de las 36 cámaras la película opta por el tono cómico, y si bien mantiene el nivel en los combates es posiblemente la menor de la trilogía.
La fórmula de un joven rebelde que huye de la represión, tiene una fase de entrenamiento y regresa para realizar un acto de justicia/venganza, usada en las dos primeras partes de la trilogía es abandonada, y este es el punto crítico de la cinta.
La película es pasable y llega a ser entretenida, pero está lejos de los clásicos del género.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Fong Sai-Yuk (Hsiao Ho) es un estudiante rebelde prodigio de las artes marciales que entra en problemas con los manchúes, para evitar su captura es enviado junto con sus hermanos al templo shaolin ingresando a la cámara 36 dirigida por San Te (Gordon Liu).
En la primera entrega (Las 36 cámaras Shaolin) la fase de entrenamiento y las pruebas que San Te tenía que superar en el templo eran el centro de la película, en esta estancia el personaje maduraba y llegaba a cuestionarse si su venganza era correcta; en la segunda entrega (Retorno a Shoalin) se hacía a un lado el ambiente místico del templo y el entrenamiento del personaje se daba en clave cómica (aunque algunas bromas resultaban demasiado burdas) pero el protagonista progresaba y tomaba conciencia de su objetivo. Sin embargo, en esta tercera entrega (Discípulos de la Cámara 36) el personaje central Fong Sai-Yuk no avanza a lo largo de la historia.
El mismo irresponsable y arrogante joven que encontramos en la primera escena es el que vemos al final. Esto hace que sea difícil congeniar con Fong Sai-Yuk, pese a sus grandes habilidades es el responsable de que casi cierren su escuela, de la entrega de su madre y del intento de asesinato de sus compañeros del templo. Esta actitud resulta chocante pues todo el ambiente de Fong Sai-Yuk le advierte y asume las consecuencias de sus acciones. Así el contrapunto entre el maestro severo San Te y el alumno rebelde Hou Hsiao no termina de conectar. Este enfoque afecta al templo que deja todo rastro de misticismo y se convierte en una simple escuela de artes marciales.
Por otro lado, el trabajo de Lau Kar-Leung en la coreografía de los combates mantiene el nivel de sus predecesoras. La trilogía decidió despedirse a lo grande con un combate final donde participan decenas de actores con el foco central en San Te y Fong Sai-yuk. Hsiao Ho muestra sus habilidades en buenas escenas como durante la fiesta de las lámparas y el combate final, ver a Gordon Liu interpretando nuevamente a San Te, como un maestro consolidado, resulta gratificante.
En la primera entrega (Las 36 cámaras Shaolin) la fase de entrenamiento y las pruebas que San Te tenía que superar en el templo eran el centro de la película, en esta estancia el personaje maduraba y llegaba a cuestionarse si su venganza era correcta; en la segunda entrega (Retorno a Shoalin) se hacía a un lado el ambiente místico del templo y el entrenamiento del personaje se daba en clave cómica (aunque algunas bromas resultaban demasiado burdas) pero el protagonista progresaba y tomaba conciencia de su objetivo. Sin embargo, en esta tercera entrega (Discípulos de la Cámara 36) el personaje central Fong Sai-Yuk no avanza a lo largo de la historia.
El mismo irresponsable y arrogante joven que encontramos en la primera escena es el que vemos al final. Esto hace que sea difícil congeniar con Fong Sai-Yuk, pese a sus grandes habilidades es el responsable de que casi cierren su escuela, de la entrega de su madre y del intento de asesinato de sus compañeros del templo. Esta actitud resulta chocante pues todo el ambiente de Fong Sai-Yuk le advierte y asume las consecuencias de sus acciones. Así el contrapunto entre el maestro severo San Te y el alumno rebelde Hou Hsiao no termina de conectar. Este enfoque afecta al templo que deja todo rastro de misticismo y se convierte en una simple escuela de artes marciales.
Por otro lado, el trabajo de Lau Kar-Leung en la coreografía de los combates mantiene el nivel de sus predecesoras. La trilogía decidió despedirse a lo grande con un combate final donde participan decenas de actores con el foco central en San Te y Fong Sai-yuk. Hsiao Ho muestra sus habilidades en buenas escenas como durante la fiesta de las lámparas y el combate final, ver a Gordon Liu interpretando nuevamente a San Te, como un maestro consolidado, resulta gratificante.