Esta película da que pensar, en dos sentidos un poco distintos.
En primer lugar, juega con nosotros y nos hace dudar. Y es que, este presunto extraterrestre interpretado por Kevin Spacey, viene en unas circunstancias muy peculiares, de manera que nunca sabemos si es un iluminado o verdaderamente viene del planeta "K-pax". Aunque el psicólogo protagonista, como científico, tiene clara su postura, yo estoy siempre dudando hasta el final.
En segundo lugar, las conversaciones entre estos dos personajes principales me hacen reflexionar sobre lo que nos hace humanos y el sentido mismo de la vida. La idea de que el universo se repite en el tiempo una y otra vez es una bella parábola sobre lo que es importante y lo que no.
De hecho, es una historia carente casi por completo de efectos especiales, pero con unos diálogos y reflexiones tan profundos que hacen que merezca bastante la pena verla.
Y esto tiene mérito porque existen muchos títulos basados en el diálogo y con pocos acontecimientos importantes en su trama, que terminan siendo aburridos. No es el caso.
La actuación del reparto también ayuda mucho. Tampoco es que sea un drama excesivamente intenso que les dé la oportunidad de lucirse como para ganar premios, pero sí que están adaptados al guion muy bien. Se nota que se lo toman en serio sin sobreactuar.
Es una película para cogerla con ganas de reflexionar, muy apropiada para los que tengan inquietudes filosóficas y científicas, pero al mismo tiempo contada con el suficiente nivel para que le pueda gustar a un público amplio. Está claro que no es una de extraterrestres al uso, pero está bastante bien.