Pues sí, el argumento de “Asesinos inocentes” es un intento (que se queda en eso) de ofrecer una historia digna del mismísimo maestro del suspense.
Tanto el planteamiento como la sucesiva trama de engaños e intentos de asesinato me ha recordado a la obra del genial cineasta.
Pero evidentemente, ni el director es Alfred, ni Maxi Iglesias y compañía son como James Stewart.
La película es un quiero y no puedo continuo, en el que a pesar de que el argumento es aceptable y solo por eso le doy el aprobado, todo lo demás cojea.
Las interpretaciones dejan que desear en la mayoría de las ocasiones, y sobre todo lo que está fatal es el sonido. No es la primera película española en la que los diálogos, la música y el sonido ambiente están mal grabados, de manera que no se termina de escuchar bien en muchas secuencias. Si la ves en casa hay que hacerlo con el mando a distancia en la mano, para subir y bajar continuamente el volumen si queremos enterarnos de algo. La verdad es que en este sentido es un completo desastre.
Como digo, sí se puede salvar algo la trama, llena de trampas y engaños y que consigue mantener el interés hasta el final. Eso sí, en un determinado momento la situación está más o menos estabilizada y en su soberana estupidez, estos chavales se empeñan en complicarlo todo otra vez. Podrían haberse quedado quietos en ese punto, y se habrían ahorrado disgustos, pero claro, había que alargar la película. Lo cierto es que el comportamiento de los protagonistas es un poco absurdo a veces.
Tiene alguna que otra sorpresa inesperada, como debe de ser en el género.
Es una pena que las actuaciones, el montaje y el sonido no sean demasiado buenos, porque si se hubieran esforzado más, les podría haber quedado una película muchísimo mejor.