Ases calientes es una película "para tíos". Llena de testosterona y de disparos, explosiones y palabrotas, tiene claro quién es su público. Una cinta de acción pura y dura con unas pretensiones que están fuera de su alcance.

Joe Carnahan, amante del género, escribe y dirige Ases calientes. No es difícil encontrar la inspiración de Carnahan y convertirla en nombres propios: Guy Ritchie y Quentin Tarantino. Carnahan nos presenta a un montón de personajes, a cuál más pintoresco, que persiguen un mismo objetivo, como sucede con el cine de Ritchie. Además, llena la pantalla de palabrotas y diálogos subidos de tono, algo muy "tarantiniano". Sin embargo, no es tan bueno como sus dos referentes en ninguno de los dos aspectos. Ases calientes debió nacer en la cabeza de Carnahan como la buena idea que es (dentro del cine comercial) y lo cierto es que es realmente entretenida porque no dejan de pasar cosas ni un segundo. Lo que sucede en Ases calientes tiene dos lecturas: la primera es buena y hace referencia a la ambición de Carnahan al intentar meter un buen guion dentro de lo que él quería que pareciera una película de acción durante todo el tiempo hasta que se descubriera el pastel; la segunda es mala y es la evidente incapacidad del director y guionista para conseguirlo, pues el desarrollo se emborrona de forma innecesaria buscando despistar para el giro final a un espectador al que no le importa demasiado todo eso y, lo peor, es que lo hace ocultando información de forma un tanto barriobajera.

El reparto es un escándalo, más por nombres que por talento (aunque ésto último tampoco escasea). Ryan Reynolds acaba confirmándose como protagonista con un buen trabajo al lado de su "compañero" Ray Liotta, también acertado. Andy García hace de jefe de ambos con su buen hacer habitual. A partir de ahí, el desfile de los asesinos incluye a una preciosa Alicia Keys que no se desenvuelve nada mal en pantalla, a un Chris Pine casi irreconocible y que parece disfrutar de su personaje, a un Common (AKA The Entertainer) con poco protagonismo exceptuando dos notables escenas, a una Taraji Henson tan metida en su estereotipadísimo personaje que da un poco de vergüenza ajena, a un Martin Henderson sobresaliente o al frío Tommy Flanagan, entre otros. En otro apartado, nos encontramos con un pintoresco Jason Bateman realmente divertido y, por último, con Jeremy Piven, piedra angular de la trama y autor, aquí, de un trabajo de matrícula de honor.

Resumiendo, que es gerundio: no hay que pedir peras al olmo, a no ser que el olmo intente dárnoslas. Es por eso que Ases calientes sería una grandísima película de acción si no intentara estar por encima de sus posibilidades abarcando un terreno que nadie habría echado en falta de no estar y que, estando, da la sensación de estar de más.