Una película que atesora varios géneros que confluyen en el thriller más costumbrista. Lo que empieza como un viaje iniciático y road movie va evolucionando en un thriller habilidoso, que sabe disponer las cartas cuando tiene la mano completa.

Jon Watts (Spider-Man: Homecoming) dirige con presteza una película que busca ser ágil, directa al grano y expeditiva si hace falta. Aunque cuenta con la improbabilidad de una historia que al final se desmadra y no sabe bien como terminar, los niveles de suspense están muy bien medidos e incluso el colegueo de los niños protagonistas (James Freedson-Jackson -Jessica Jones- y Hays Wellford -Tyler Rake-) deja un poso a las películas juveniles de los 80. Aunque no alcance el nivel de película inolvidable, Watts sabe cómo encajar a un villano tan frío como violento en la piel de un experimentado Kevin Bacon (El Último Escalón) que aborda la cinta como tino y buena interpretación. En este juego del gato y el ratón en pleno desierto estadounidense, la soledad está presente más que nunca y esa sequedad traspasa la pantalla, germinando en un final abrupto cuya huida hacia delante no convenza a muchos espectadores.

Aún así, esta es una cinta ideal para pasar un rato de suspense diferente. De entretenimiento puro que dura lo justo y necesario. ¡Oh! Y aunque Kavin Bacon tenga la misma pinta que Jim Carrey en Yo, Yo mismo e Irene, tomarlo en serio, que el tío impone lo suyo.