Cine con mayúsculas en la línea del gran Chabrol. La película la entiendo en tres capas, en la primera se aborda aspectos del mundo de las mujeres al margen de el de los hombres, las relaciones, los secretos etc., sería algo así como un homenaje a lo femenino con un prolijo retrato psicológico de todas ellas.
En la segunda, se aborda de forma intensa el problema del aborto como solución a situaciones miserables e inevitables, su carga moral, la ambigüedad moral de los personajes ante él.
En la tercera el “maestro” saca su mordiente bisturí y no deja títere con cabeza así, denuncia el colaboracionismo y la cobardía de un país ocupado, pero sobre todo, la gran hipocresía del poder, la inmoralidad de los hombres que lo ejercen que al final quieren lavar sus culpas con un simulacro de juicio pero que Chabrol deja en paños menores con una narración extraordinaria del detalle que produce repugnancia en el espectador.
Como la mayoría de las veces en el cine de Chabrol, los personajes se mueven en la ambigüedad moral y en el determinismo. Un trabajo extraordinario de los actores (a quienes dedica la película) y sobre todo de Isabelle Huppert.