El mayor logro de esta película es la buena adaptación de época en vestuarios, mobiliarios, escenarios, etc. Pero todo ello pasa casi desapercibido por tratarse de una filmación en blanco y negro.

Por lo demás el guión, la dirección y la actuación se asemejan a veces a las de las películas de los tiempos del cine mudo. Todo resulta bastante plano y con saltos dramáticos inadecuados.

Es incomprensible que se rodase en 1948, diez años después de la maravillosa y hasta moderna "Lo que el viento se llevó", y sin embargo parezca una película de 1928.