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Voto de Miquel:
9
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Western
Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros los ha asesinado a todos. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2009
49 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarto y último western de Sergio Leone (1929-89). El guión, de Sergio Donati y S. Leone, con versión al inglés de los diálogos por Mickey Knox, desarrolla un argumento original de Bernardo Bertolucci, Dario Argento y S. Leone. Se rueda entre abril y junio de 1968 en escenarios reales de Utah, Arizona (Monument Valley) y Tabernas (Almería) y en los platós de Cinecittà Studios (Roma), con un presupuesto de 3 M USD, aportado en gran parte como anticipo por la Paramount de los derechos de distribución. Gana el David di Donatello a la mejor producción. Producido por Fulvio Morsella para Rafran Cinema, Finanzia San Marco y Paramount, se estrena el 21-XII-1968 (Italia).
La acción dramática tiene lugar en la pequeña población de Redland y en la hacienda Sweetwater, del territorio de Arizona, poco después de la Guerra Civil. El colono irlandés Brett McBain (Wolff), viudo, padre de 3 hijos (Maureen, Patrick y Timmy) viaja a Nueva Orleans, donde conoce a la prostituta de lujo Jill “la Morena” (Cardinale). El acaudalado Morton (Ferzetti) trabaja en el desarrollo de su macroproyecto de línea férrea que ha de unir el Atlántico con el Pacífico. El territorio alberga a un número elevado de pistoleros profesionales, aventureros fracasados, forajidos, asesinos a sueldo, personajes vengativos y oportunistas sin escrúpulos, que desean aprovechar las últimas ventajas que brinda un territorio abierto con abundantes posibilidades de enriquecimiento. Entre los forajidos se cuenta la banda de Cheyenne (Robards), la del diabólico Frank (Fonda) y el solitario y enigmático “Armónica” (Bronson).
El film es un western de acción. Recuerda con nostalgia y homenajea los viejos tiempos de los pioneros, los colonos europeos llegados con la familia en busca de la ”tierra prometida”, la ampliación de las viejas líneas férreas de cercanías, las empresas titánicas de crear líneas de tren que, sin trasbordos, pongan en comunicación el Este con los límites del Oeste (California), la existencia de territorios como los de Arizona, sin medios suficientes para imponer el imperio de la Ley y la protección de las personas y las propiedades, la proliferación de pistoleros y matones profesionales al servicio de los más ricos o de los más ambiciosos. Los poblados de nueva planta, las nuevas vías de comunicación, las obras de ingeniería, la puesta en cultivo de tierras áridas y otras tareas colectivas que dan ocupación a mucha mano de obra, hacen que se respiren aires de cambio y de fin de una era, en la que muchas cosas se revelan incompatibles con el progreso técnico, social e institucional que se impone inexorablemente. Los personajes saben que apuran el final de un mundo en extinción. Los desesperanzados, desarraigados y errantes, el ambiente general, los ocres que saturan las imágenes, la precipitación con la que se trabaja, trasladan al espectador la idea y los sentimientos de un mundo llamado a desaparecerá antes que sus protagonistas.
La acción dramática tiene lugar en la pequeña población de Redland y en la hacienda Sweetwater, del territorio de Arizona, poco después de la Guerra Civil. El colono irlandés Brett McBain (Wolff), viudo, padre de 3 hijos (Maureen, Patrick y Timmy) viaja a Nueva Orleans, donde conoce a la prostituta de lujo Jill “la Morena” (Cardinale). El acaudalado Morton (Ferzetti) trabaja en el desarrollo de su macroproyecto de línea férrea que ha de unir el Atlántico con el Pacífico. El territorio alberga a un número elevado de pistoleros profesionales, aventureros fracasados, forajidos, asesinos a sueldo, personajes vengativos y oportunistas sin escrúpulos, que desean aprovechar las últimas ventajas que brinda un territorio abierto con abundantes posibilidades de enriquecimiento. Entre los forajidos se cuenta la banda de Cheyenne (Robards), la del diabólico Frank (Fonda) y el solitario y enigmático “Armónica” (Bronson).
El film es un western de acción. Recuerda con nostalgia y homenajea los viejos tiempos de los pioneros, los colonos europeos llegados con la familia en busca de la ”tierra prometida”, la ampliación de las viejas líneas férreas de cercanías, las empresas titánicas de crear líneas de tren que, sin trasbordos, pongan en comunicación el Este con los límites del Oeste (California), la existencia de territorios como los de Arizona, sin medios suficientes para imponer el imperio de la Ley y la protección de las personas y las propiedades, la proliferación de pistoleros y matones profesionales al servicio de los más ricos o de los más ambiciosos. Los poblados de nueva planta, las nuevas vías de comunicación, las obras de ingeniería, la puesta en cultivo de tierras áridas y otras tareas colectivas que dan ocupación a mucha mano de obra, hacen que se respiren aires de cambio y de fin de una era, en la que muchas cosas se revelan incompatibles con el progreso técnico, social e institucional que se impone inexorablemente. Los personajes saben que apuran el final de un mundo en extinción. Los desesperanzados, desarraigados y errantes, el ambiente general, los ocres que saturan las imágenes, la precipitación con la que se trabaja, trasladan al espectador la idea y los sentimientos de un mundo llamado a desaparecerá antes que sus protagonistas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La revisión del pasado se apoya en recuerdos y homenajes que el film dedica a escenas y personajes memorables de la historia del western. El personaje de Jill evoca a Vienna, la protagonista de “Johnny Guitar” (1954), Morton recuerda al personaje de Lionel Barrymore en “Duelo al sol” (1946), etc. Se evocan escenas de “Raíces profundas”, “Centauros del desierto”, “El sargento negro”, “Pasión de los fuertes”, etc. Se rinde homenaje a John Ford a través del Monument Valley, el secundario Woody Strode, el protagonista Henry Fonda y otras referencias caras a Ford. También se homenajea a Visconti a través del detallismo de los decorados, el tempo, la soberbia partitura musical y la suntuosa composición de las imágenes. Recibe influencias de Akira Kurosawa, el de “Rashomon” (1950) y del guión de “Sanchiro Sugata” (1965), etc.
La cámara adopta una posición contemplativa y meditativa, que propicia la mezcla de añoranza y esperanza, melancolía y serenidad, sentimientos épicos y sensaciones contradictorias de fracaso y desahogo. El estilo del film se caracteriza por la meticulosidad, la atención al detalle y la importancia que se da a los matices (la leve sonrisa amenazadora de Bronson). La narración es pausada, extremadamente lenta y rica en expresiones conmovedoras, sorprendentes (reconocimiento inesperado de un rostro conocido) y perturbadoras (muerte de un chiquillo). Numerosas secuencias se plantean como si de números musicales se tratara. Se añaden trazos inquietantes, como los cortes sonoros de fondo que simulan la respiración aguda del agotamiento y la fatiga, el jadeo agónico de un moribundo (armónica) o el paro cardiaco y la muerte de un herido. No falta el salpicado de humor de la cinta.
La banda sonora, de Ennio Morricone, es según algunos, una de sus obras culminantes. Compuesta antes del rodaje, su ejecución se adapta a la acción de modo admirable. Cada personaje tiene su propio tema e instrumento musical: “Armónica” (armónica), Frank (cornetas), Cheyenne (banjo), etc. El silbido solista es de Alessandro Alessandroni, la armónica es de Franco De Gemini y los coros son de “I Cantori Moderni di Alessandroni”. La fotografía, de Tonino Delli Colli (“El verdugo”, Berlanga, 1963), en color (technicolor), ofrece abundantes primeros planos psicológicos, numerosos barridos descriptivos, frecuentes “zooms” y algunos planos contrapicados de gran emotividad. Hace uso predominante de colores ocres y tonos oscuros. Abundan los contraluces y las luces crepusculares.
Western mítico, del subgénero spaghetti western, considerado por muchos film de culto y una de las obras culminantes del género.
Bibliografía
Quim CASAS, “Hasta que llegó su hora”, ‘Películas clave del Western’, págs. 188-189, Robinbook ed., Barcelona 2007.
Trevor WILLSMER, “Hasta que llegó su hora” (versión española: José Antonio Martín Berriguete), Paramount ed, EEUU 2003).
Salutacions cordials, Xavi
La cámara adopta una posición contemplativa y meditativa, que propicia la mezcla de añoranza y esperanza, melancolía y serenidad, sentimientos épicos y sensaciones contradictorias de fracaso y desahogo. El estilo del film se caracteriza por la meticulosidad, la atención al detalle y la importancia que se da a los matices (la leve sonrisa amenazadora de Bronson). La narración es pausada, extremadamente lenta y rica en expresiones conmovedoras, sorprendentes (reconocimiento inesperado de un rostro conocido) y perturbadoras (muerte de un chiquillo). Numerosas secuencias se plantean como si de números musicales se tratara. Se añaden trazos inquietantes, como los cortes sonoros de fondo que simulan la respiración aguda del agotamiento y la fatiga, el jadeo agónico de un moribundo (armónica) o el paro cardiaco y la muerte de un herido. No falta el salpicado de humor de la cinta.
La banda sonora, de Ennio Morricone, es según algunos, una de sus obras culminantes. Compuesta antes del rodaje, su ejecución se adapta a la acción de modo admirable. Cada personaje tiene su propio tema e instrumento musical: “Armónica” (armónica), Frank (cornetas), Cheyenne (banjo), etc. El silbido solista es de Alessandro Alessandroni, la armónica es de Franco De Gemini y los coros son de “I Cantori Moderni di Alessandroni”. La fotografía, de Tonino Delli Colli (“El verdugo”, Berlanga, 1963), en color (technicolor), ofrece abundantes primeros planos psicológicos, numerosos barridos descriptivos, frecuentes “zooms” y algunos planos contrapicados de gran emotividad. Hace uso predominante de colores ocres y tonos oscuros. Abundan los contraluces y las luces crepusculares.
Western mítico, del subgénero spaghetti western, considerado por muchos film de culto y una de las obras culminantes del género.
Bibliografía
Quim CASAS, “Hasta que llegó su hora”, ‘Películas clave del Western’, págs. 188-189, Robinbook ed., Barcelona 2007.
Trevor WILLSMER, “Hasta que llegó su hora” (versión española: José Antonio Martín Berriguete), Paramount ed, EEUU 2003).
Salutacions cordials, Xavi