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Voto de Jorge López Fernández:
4
Drama Basada en una historia real. Después de haberse retirado del boxeo, James J. Braddock decidió volver al cuadrilátero, en la época de la Gran Depresión, para poder alimentar a su familia. No era un boxeador con talento, pero su coraje, sacrificio y dignidad lo llevaron hasta la cumbre. (FILMAFFINITY)
17 de marzo de 2007
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final me decidí a ver esta película de Ron Howard y me encontré justo lo que me esperaba: una película del blandito de Ron Howard, es decir, con una puesta en escena intachable técnicamente (bien montada, ambientada y fotografiada) pero también con sus habituales fallos, siendo el primero tener a Akiva Goldsman como guionista.
Lo que tenemos delante es una película sobre un ángel caído del cielo entre otras decenas de ángeles que viven en un infierno en el que el único demonio es el contrincante de Braddock por el título mundial. Braddock es la bondad personificada, al igual que el resto de la gente, y no cometerán pecado alguno en el mundo, y si por casualidad lo hiciesen será porque están obligados por las circunstancias y a los 5 minutos se darán cuenta de su error y rectificarán, o incluso morirán siéndoles perdonada cualquier cosa. Por otro lado su contrincante es el mismísimo Lucifer, engreído, siempre se pasea con varias mujeres e insulta al arcángel Braddock o a su esposa. Una cosa es que haga trampas en el ring y otra que represente la maldad absoluta, la inmoralidad o incluso el propio pecado.
La película es increíblemente efectista con escenas prefabricadas por doquier ya sean para incitar al llanto o la sonrisa, como el momento en el que su esposa descubre que todo el mundo reza en la iglesia para que gane el combate y entonces ella comprende perfectamente a su marido y le apoya con todo su corazón.
Todo esto está patente en el pobrísimo guión (no tiene frases ni escenas de calidad, sólo tópicos, escenas prefabricadas y clichés) pero el "genio" de Ron Howard lo mejora aún más, siguiendo la estela de toda producción de Hollywood que se nos quiere vender de antemano como un éxito de taquilla y crítica y sobretodo como una película que llegue al corazón del público.
Al menos podemos disfrutar de los excelentes trabajos de Crowe y Giamatti, magníficos ambos, sobretodo el segundo, aunque también es cierto que hay que aguantar a una mediocre Renée Zellweger que no hace más que repetir sus habituales gestos sin dotar de credibilidad a su personaje, por otro lado muy pobre por mérito de Goldsman.
En definitiva, película que nos muestra por enésima vez la supuesta necesidad de tener un héroe a quien entregarnos en los momentos difíciles, hecha con el manual del director y guionista más trillado de Hollywood, algo que Ron Howard y Akiva Goldsman ya conocen bien.
Jorge López Fernández
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