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Voto de Sabino (Diari Menorca):
8
Intriga. Cine negro Areta, un antiguo policía que trabaja como detective, recibe el encargo de encontrar a la hija de un empresario de Ponferrada. Gracias al novio, averigua que la chica estaba embarazada y huyó de casa. A partir de ese momento, empieza a sufrir todo tipo de presiones para que abandone el caso, pero Areta seguirá investigando hasta el final. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Con ‘El Crack’, mi idea fue únicamente filmar un film noir, como dicen los clásicos aunque, entre nosotros, me conformo con que haya salido gris marengo. Ojalá que ‘El Crack’ sea cuarto y mitad de apasionante de lo que fueron aquellas películas que vi de chaval en los cines de barrio, en programas dobles, todas adictivas, atravesadas en fundidos en negro, confusas, saxo (y sexo) abundante, narradas por la voz de un detective, pesadillas que iban encabronándose a medida que progresaban y en las que los protagonistas, con sombrero tanto hombres como mujeres, se besaban deprisa, sin fiarse del todo” José Luís Garci
UN HOMENAJE AL GÉNERO
‘El Crack’ es el cuarto largometraje de Garci, tras ‘Asignatura Pendiente’ (1977), ‘Solos en la Madrugada’ (1978) y ‘Las Verdes Praderas’ (1979), y supuso un giro vertiginoso e inesperado en la carrera de un director que acabaría moviéndose como nadie en los terrenos del melodrama clásico, puesto que esta cinta abraza como ninguna los arquetipos y los tópicos del cine negro más tradicional y muestra el personal homenaje que el oscarizado cineasta español quiso rendir al género (y que continuaría al año siguiente con ‘El Crack 2’, excelente secuela de ésta)…Pese a tratarse de un film altamente prototípico con respecto a las producciones norteamericanas a las que debe su esencia, ‘El Crack’ debe su nombre al momento político y social que vivía España a principios de los años 80; Garci retrata un Madrid que iba desapareciendo paso a paso, el Madrid de la Transición, el de las partidas golfas de mus, los bocatas de calamares a todas horas, las adolescentes de provincias engullidas por la urbe y los bares de carretera barnizados con coñac pegajoso y enmoquetados con hueso de aceituna…
Precisamente el prólogo que abre la película no puede ser más esclarecedor y desmitificador, cuando Germán Areta (Alfredo Landa) evita un robo en una cafetería de servicio por parte de dos desgraciados de poca monta… Areta es un expolicía, apodado ‘el piojo’, que intenta trabajar decentemente como investigador privado, “un tipo duro y solitario que trata de sobrevivir en una sociedad podrida gracias a un trabajo sucio” como él mismo dice en una secuencia… Landa borda a este detective atípico, pero convincente, que habla poco, observa mucho y actúa rápido… Un tipo de hombre que no cabía en esa España gobernada por la avaricia, los intereses económicos y el poder, del mismo modo que la historia que nos presenta José Luís Garci con esta cinta es un canto a un cine que se ha perdido y que ahora debemos reivindicar con fuerza y convicción…
Y LANDA SE LEVANTÓ DE LA SILLA
El recientemente desaparecido Alfredo Landa logró crear un personaje absolutamente memorable, pero no podemos olvidar a la excelente galería de secundarios que arropa al silencioso Areta: desde la María Casanova, que encarna a la enfermera que lo cuidó al estar convaleciente, hasta ese divertido Moro de Manuel Rellán, el típico rufián que sigue a todas partes a su amo, pasando por clásicos como Manuel Tejada o el imprescindible José Bódalo… Todos ellos, junto al aplastante piano de Jesús Gluck y la fantástica oscuridad fotográfica de Manuel Rojas, apuntillan esa atmósfera puramente policíaca que ensombrece la Gran Vía madrileña, escenario privilegiado de la película que poco o nada tiene que envidiar a Los Ángeles de los años 40 o a ese Nueva York de míticos combates de boxeo en el Madison Square Garden, evocado con nostagia desde la barbería del Frontón Madrid y visitado en los compases finales del largometraje…
En definitiva, la emoción del ‘noir’ trasladada a Preciados y al emblemático Cine Callao en un momento clave de nuestra historia reciente… Garci nos contagia un sentimiento complicado en el que las viejas mitologías fílmicas se ensamblan, de manera sorprendente, a realidades y formas propias… Un romanticismo cinematográfico que adopta esta esfera social y urbana tan nuestra, con un Alfredo Landa inmenso, el antihéroe a un Simca 1000 pegado que es puro arquetipo, aunque no riñe con la verosimilitud, y cuyo sentido del honor y la decencia es invadido por la congoja de un nihilismo existencial, como mandan los cánones…
En el artículo ‘Buenas noches, jefe’ del diario ‘El País’ del 9 de Mayo de este año, el escritor y crítico Marcos Ordóñez terminaba su homenaje a Alfredo Landa con estas palabras…
‘Los pocos días en que le pillé animado hablaba de un singular proyecto que le había armado José Luís Garci: ‘El Crack 3’. “La idea es esta: Germán Areta, viejo y jodido, se ocupa de un nuevo caso desde su despacho, sin levantarse de su silla de ruedas. ¿Qué te parece?”.
“¿Qué me va a parecer, Alfredo? Me parece de puta madre. Tienes que ponerte con eso ya, pero ya”.
Costaba creer que Landa ya no iba a levantarse de aquella silla.
Todavía me cuesta más aceptar que Alfredo esté corriendo ya por las verdes praderas.’
Sabino (Diari Menorca)
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