El problema es efectivamente el desenlace, que no final. Vamos, la manera en que se resuelve la trama y se nos revela lo que está sucediendo no es convincente ni muy comprensible. La crítica social detrás de representar al mismo lenguaje como un virus que se reproduce se entiende no sin cierto esfuerzo. No quiero centrarme en esos aspectos un tanto surrealistas o abstractos que no tienen explicación, como la cuestión del gato Honey y el hecho de que haya impactado tanto al protagonista cuando su productora le dice que así se llaman lo que están detrás de la revuelta (perdón mi falta de precisión pero hasta eso me costó captarlo). O el final poscréditos queda también un tanto confuso. Aun así todas estas cosas se las compro al director, porque uno sabe que no está ante una película contada de forma atípica. Pero la manera en que se resuelve la trama es la que no termina de convencer, junto con la manera tan forzada en que el protagonista encuentra la manera de anular el virus. Nunca es muy claro el asunto y hace del final algo un tanto insípido.

¿Que se requiere de cierto esfuerzo del intelecto? Pues si, eso es verdad, pero si la película se dirige sólo a intelectos superiores, entonces ya no era necesario sacar a los caricaturescos zombis. Más bien se siente que faltó habilidad y pericia para desarrollar el final, o bien se asumió que el que quiera entender todo debe leer la novela. En este último caso me parece que podría ser una acto muy tramposo por parte del guionista, que también es el autor de la novela en la que se basa trama.

En suma, tenía todo esta película para ser una genialidad, para convertirse en una película de culto, pero no quedó bien al final. Se queda uno con mal sabor en la boca después de que te tiene atrapado las tres cuartas partes de su duración. Pero la crítica social subyacente es de lo mejor.