Me da completamente igual lo que Kazan quisiera justificar o retratar en "La ley del silencio", al igual que me trae sin cuidado la ideología de Griffith, de Eisenstein o de Riefenstalh habiendo sido los maestros de la técnica que fueron. Es verdad que Kazan fue el gran chivato, y puede resultar repulsivo para algunos ver obras como esta. Pero yo no he vivido su época, y tampoco he sido víctima de la Caza de Brujas, y en esta película he encontrado una gran dirección, un genial reparto y montones de escenas para el recuerdo (la lucha final es soberbia e inolvidable). Fuera de contexto, la película está llena de incuestionables virtudes técnicas y narrativas. Que Elia Kazan se portó fatal es cierto. Pero al ver "La ley del silencio" uno no tiene por qué pensar necesariamente en las cazas de comunistas: se puede disfrutar de ella como un filme de mafia y denuncia más. Y así es como yo la valoro.