Gran película.

No es que, actualmente, haga falta mucha valentía para hacer una película denunciando los abusos de la Iglesia Católica. Gracias a Dios (y digo lo de Dios con toda intención) ya no existe tanta censura como antes, y ya es posible conseguir financiación para filmar estas denuncias, sin que aparte tu nombre figure entre las listas negras per secula seculorom.

La película es buena, porque es dura sin pasarse; los hechos que denuncia son ciertos, y por lo que se ha sabido, incluso seguramente peores que lo que vemos en la pantalla. Tampoco cae en el fácil recurso de exagerar; como digo, baste leer la prensa para conocer que todo aquello pasó de verdad.

Y tampoco cae en el maniqueísmo de culpar sólo a los eclesiásticos de lo que ocurrió; toda la sociedad irlandesa es culpable. Y ahí radica el gran acierto de director y actores, que quizás no es comprendido por mucha gente que ven la película y se quedan sólo en la violencia, en las agresiones, o en la tortura moral.

El gran acierto de la película es presentar a toda la sociedad irlandesa como causa, víctima y verdugo de una enfermedad moral: considerar a las mujeres que no sigan las reglas estrictas del catolicismo como subhumanos. De la misma manera que los nazis no consideraban a los judíos como hombres, sino como poco más que animales, las muchachas de la institución son consideradas por sus padres, sus vecinos, y la Iglesia Católica y Gobierno irlandés como sub-humanos.

Por eso, la escena de las duchas, no sólo me parece creíble (cosas más duras ocurrieron) sino clave para entender el mensaje; y, concretamente, la expresión de la monja, muy lograda, ante el llanto de una muchacha: sencillamente, le parece imposible que pueda llorar; le parece imposible que pueda sentir vergüenza, o humillación.-

Ni que decir tiene, por lo dicho, que las interpretaciones me parecen muy buenas.

Y le quito un punto, le doy un 9, por un detalle que me parece demuestra que el director de la película,. Tal vez por ser novel, ha caído en el recuro fácil de castigar, al menos, a uno de los torturadores. Me parece que ha cedido a las ganas de buscar el aplauso del público, que se vayan a casa un poco más contentos, narrando algo que es imposible que ocurriera (spoiler), cuando en una película de denuncia, se consigue mejor su efecto si no se “castiga” a los malos. O en todo caso contar algo verosímil…