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Voto de Daniel Reigosa:
5
Drama Un granjero californiano tiene dos hijos, Cal y Aron, de caracteres muy diferentes, pero ambos compiten por el cariño de su padre. La situación de Cal se complica cuando averigua que, en realidad, su madre no sólo no está muerta, sino que además regenta un local de alterne. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2012
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
AL ESTE DEL EDÉN, 1955

Estamos en 1955, año cumbre en Hollywood. Nace (y muere) una estrella, James Dean. Tres películas, dos de ellas estrenadas en ese año, y la tercera (Gigante) al año siguiente. Dean murió al finalizar el rodaje de esta última. En un año, nacimiento, explosión y muerte de un estella.

Con esa historia es fácil que se mitifique cualquiera de las tres películas que interpretó el joven actor prodecente del Actor´s Studio (fundado por Elia Kazan). Al Este del Edén (East of Eden, 1955) dirigida por Elia Kazan, fue su primera película y la que le lanzó al estrellato ya que, hasta entonces, sólo contaba con fugaces apariciones en series de televisión y papeles en cine como figurante.

Las obras de John Steinbeck han sido fuente inagotable de guiones en el cine, de algunas han surgido películas magistrales como Náufragos de Hitchcock o Las Uvas de la Ira de Ford. Sin embargo, otras adaptaciones, como Al Este del Edén, me parecen mucho más flojas y poco profundas.

La cinta expone las intensas y complejas relaciones familiares de un padre (Adam Task) con sus dos hijos (Aron y Cal), que han tenido que vivir sin el apoyo crucial de una madre. La lucha del bien y el mal entre los hermanos -al más puro estilo de Caín y Abel-, entra en conflicto con su padre y la novia del hermano bueno (Aron), mientras que el hermano malo (Cal) descubre algo que le hará replantearse su existencia y cambiar totalmente su personalidad.

La película de Kazan pierde interés a medida que avanza la película, ya que depende demasiado del personaje principal (el hermano malo Cal Task), interpretado por un sobreactuado Dean. Me sobran muchos primeros planos en los que Dean abusa de la cámara y de los registros para conmover al espectador: caídas de ojos, sufrimiento, giros de cara….La película entera es un abuso del personaje de Cal, un sufrimiento contínuo, mal orientada a mi modo de ver, ya que se convierte en totalmente previsible.

En resumen, la película sirve para contemplar el pavoneo personal de Dean, ver algunas escenas míticas del cine de Hollywood y corroborar que, cuando quiere, Kazan tiene un dominio técnico interesante (sirva como ejemplo la genial escena de la charla entre padre e hijo mientras este último se balancea en un columpio. No se trata de una mala película, pero me esperaba mucho más del director de Un tranvía Llamado Deseo y, sobre todo, La Ley del Silencio.
Daniel Reigosa
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