Sin lugar a dudas el cine canadiende tiene algunas influencias claras del cine francés y, como nos muestra en este film el señor McDonald, la pedantería innecesaria es una de ellas. Y es que la idea que contiene es muy buena y durante los primeros 60 minutos de diégesis la historia logra atraer toda tu atención, pero, finalmente, el guión se vuelve insólido, incoherente e inverosímil estropeando todo lo anterior. Se quedó en un "casi".

Lo mejor: los primeros 60 minutos de gran cine, de brillante narración.

Lo peor: el argumento incomprensible y la pedantería final.