Impresionante. Ese es el adjetivo que mejor define lo que he sentido a lo largo de todo el visionado de "The fly".

Y es que Cronenberg (una vez más) consigue una atmósfera perfecta para lo que quiere mostrar. Una historia que muestra que la ciencia ficción puede (y debe) tener sentimiento, ofrecer emociones y reflexiones más allá de un diseño de producción espectacular o unos efectos especiales mejores o peores (impresionantes en esta obra del año 1986).

El desarrollo de los personajes, desde el principal al resto, su evolución a lo largo de la historia, combinada con la metamorfosis genética y emocional del protagonista, hasta llegar al clímax final merecen ser recordados para siempre, y por todo esto es una película de culto. Los varios monólogos del científico son para enmarcar, se te ponen los pelos de punta con el maquillaje logradísimo y un excepcional Jeff Goldblum.

Una historia para recordar y guardarla en nuestro inconsciente para siempre, para que cuando veamos una mosca ya no sea jamás lo mismo. ¿Soñarán las moscas con ser seres humanos? De la mente de Cronenberg puede salir eso y muchas más sorpresas. Y descubrir su filmografía es acercarnos y ahondar en cada uno de nuestros deseos y miedos inconscientes. Es acercarnos a la psique humana. Es acercarnos a nosotros mismos. Sin rodeos, sin pedanterías, sólo con imaginación y una atmósfera creada para generarnos una dulce inquietud. Y, por supuesto, ganas de ver su próxima "locura".