Bastante entretenida película con traficantes de licores y cuerpos policiales brutales y criminales como principales personajes... aunque hay más, como una buena mujer, de oscuro pasado, que desea vivir tranquila y se encuentra, de repente, en medio de un mundo hostil y ultraviolento.
Y es este film es así, lleno de violencia explícita, brutal, sobre todo con el personaje de Guy Pearce, un enviado del fiscal malvado y perverso, que con tal de acabar con el tráfico de licores del lugar no duda en emplear el asesinato cobarde.
Ocurre que, aunque su visión sea sencilla pues resulta amena en todo momento, hay dos partes diferenciadas entre sí. La primera, donde se nos muestra desde la primera escena, a oscuras, de noche, sin previo aviso, a los tres hermanos protagonistas, sin que se nos haya narrado nada de su vida tanto actual como presente. Esto descoloca un tanto y luego sigue de forma algo esquemática, sin mucha chispa. Sin embargo su segunda parte, difícil de creer aunque se trata de una historia verídica, tiene mucho más ritmo y resulta más disfrutable e interesante. Aquí el ojo por ojo, las vendettas, las muertes, se suceden de forma cruel, resultado de un clímax enfermizo en el lugar de los hechos, provocado por La Ley. En el lugar había una Ley, unos códigos de honor que nunca se traspasaban y los policías y sobre todo enviados del Fiscal del Distrito lo dinamitan todo (a veces en sentido literal), trayendo la muerte y destrucción.
Muy buena ambientación, con vestuario y peluquería así como dirección artística brillante, y estupendas interpretaciones del cuarteto protagonista y del citado Guy Pearce, que con su personaje engominado y presuntamente sofisticado, no deja de ser una auténtica sabandija rastrera.
Uno/o se lo pasa bien viendo la cinta, pero se echa en falta un mayor rigor y un mejor guión, en esta ocasión algo disperso para mi gusto (de Nick Cave adaptando la novela de Matt Boundurant (familia de los Boundurant, que es el apellido de los tres hermanos protagonistas).

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