La verdad es que Judd Apatow es un tío que me cae bien, cuyo cine suelo disfrutar, aunque no sea una fiel seguidora suya ni una fan, pero por lo general sus largas películas no me suelen aburrir ni disgustar. Me sigo quedando con "Virgen a los 40" y la recientemente descubierta por mi "Si fuera fácil". Esta "Hazme reír" quizás sea uno de los trabajos más serios del director, deja de lado un poco la comedia, aunque sigue teniendo algún que otro toque gamberro en sus comentarios, y se centra más en el drama. Entiendo a aquellos a los que no les haya gustado esta película porque creo que es de las que casi obligatoriamente se debe de disfrutar en su versión original ya que no quiero ni pensar lo que habrán hecho nuestros dobladores con traducción al español de las numerosas bromas y referencias que tiene el film. Cierto es que le humor español poco tiene que ver con el americano y que personajes a los que el film hace referencia no son conocidos por nuestras tierras así que por ello creo que esta película es de las que pierden muchísimo con la traducción. A mí me ha gustado de ella, sobre todo y de manera muy especial, que el cómico Adam Sandler tome de nuevo un papel más dramático, serio y alejado de los habituales chicos agradables y cercanos a los que este actor nos tiene acostumbrados. En "Punch Drunk Love" ya nos dejaba ver que Sandler podía con otro tipo de papeles y aquí aparece totalmente dejado físicamente, más gordo de lo normal y con una apatía a la que no nos tiene acostumbrados. Su personaje está, prácticamente, de vuelta de todo ya. Y, de repente, se encuentra con un entrañable Seth Rogen, habitual del director, que se convierte sin esperarlo en su mejor amigo y apoyo. La camaradería que existe entre Sandler y su director, es evidente. Ambos fueron compañeros de piso en su juventud y eso se nota. Como chica de la peli, Apatow dirige a su mujer, la actriz Leslie Mann, una vez más, y nos deja ver a sus dos hijas, Maude e Iris Apatow como posteriormente haría en "Si fuera fácil", por lo que todo queda en familia. Me agrada descubrir aquí el lado más cómico de una tractivo actor como es el australiano Eric Bana y sorprende la implicación en el proyecto del actor Jason Schwartman, sobrino de Francis Ford Coppola, que no sólo actúa sino que ayuda a escribir el guión y la música de la película. Ya digo que no me ha encantado, ni mucho menos, el tercer trabajo como director de Judd Apatow, pero tampoco se merece el suspenso. Una mirada nueva al sector de los monologuistas, ámbito que nunca me ha llamado la atención, pero que nos descubre que detrás de muchas hay también muchas angustias y tragedias.