Maravillosa e impactante película la que nos regala aquí el egipcio de origen armenio afincado en Canadá. Etom Egoyam, del que no había visto aún nada. Película que se va cocinando a fuego lento, basada en unas magistrales interpretaciones de sus actores, veteranos con muchos años a sus espaldas y muchas experiencias vividas.

El primero de el trío de actores en estado de gracias es el grandioso Christopher Plummer, actor canadiense que está más activo que nunca y que nos deja en el recuerdo una interpretación en la que se mezcla de forma gradual la delicada apariencia de un anciano de casi 90 años con una fría mente de un hombre que ha vivido cosas que nadie debería de haber vivido. Se nota que su personaje, Zev, tiene carácter, que no es tan débil como su inicio de demencia quiere dar a entender.

El segundo componente de este trío es el ya tristemente fallecido Martin Landau como Max. Él es la cabeza pensante de todo un plan urdido y perfeccionado hasta el más mínimo detalle con una paciencia infinita, esperando el momento ideal para ejecutarlo.

El tercero de ellos es Jürgen Prochnow, actor aquí está especialmente bien como un despiadado militar de las SS que participó en los fatídicos hechos ocurridos en el campo de concentración de Auschwitz.

Es increíble cómo las apariencias engañan, cómo un delicado anciano que apenas puede sostenerse en pié esconde en su interior a un desalmado asesino racista. Es increíble, también, cómo un ser humano herido en lo más profundo de su corazón es capaz de sobrevivir, sobreponerse y esperar una venganza fría con una paciencia, un aplomo y una fortaleza mental inconmensurable.

Dicen que la venganza se sirve fría y que, a veces, es mejor no recordar porque los recuerdos pueden ser devastadores. Estoy totalmente de acuerdo. Película más que recomendable.
Un saludo,
Tess
"Somos los últimos supervivientes vivos de nuestro bloque de prisión. Aparte de mí, eres la única persona que podría aún reconocer al hombre que mató a nuestras familias".