Esta aventura de Lang podía encuadrarse en el empiece como del género thriller pero según avanza la temática la película combina perfectamente con el género aventura romántica, sin dejar en ningún momento el peligro en ciernes que hay sobre los protagonistas.
El protagonista es un capitán, según figura en su pasaporte, afincado en Londres donde goza de gran reputación, dedicado por completo a su deporte preferido, el cinegético. Lo bueno de este señor es que Lang se preocupa de presentarlo adecuadamente, un tipo independiente, extrovertido, vacilón sin duda y con dinero. Pues sí, así es la vida, pero así sería también la realidad porque esa es la explicación de que el hombre goce de las mejores marcas londinenses en su equipo y sobre todo, pueda ir a cazar a Alemania tan tranquilo y encima tenga a tiro al mismo Hitler asomado al balcón. Buena pieza. El caso es que siempre ha habido ricos y pobres y siempre los habrá, pero como digo Lang sabe trabajar su personaje para dotarlo de una simpatía innata y crear con una modesta joven un romance de lo más tierno y agradable. Además, Lang se empeña en señalar que el cazador posee, seguramente que adquirido con el tiempo, un espíritu animalista, le hace explicarse que su objetivo no es matar la pieza, si no acecharla, sorprenderla, tenerla a punto; creo que se le entiende perfectamente, pero la guardia del Führer, con el señor Sanders a la cabeza, tiene sus dudas sobre este concepto.
Como marca de la "Casa Lang", las escenas son perfectas y las secuencias no pierden detalles, el ritmo es el adecuado, en realidad, sólo falta que te llevara de la mano por los lugares de la filmación. Lo importante es que la pareja protagonista conecta muy bien con el espectador, se hace cercana, sonríes cuando están juntos, deseas lo mejor para ellos, no hay una gota de maldad entre los dos, todo lo contrario a lo que se enfrentan, gente que la maldad se les queda corta.