Si revisamos por encima la hasta ahora corta carrera de Alexandre Aja, nos daremos cuenta de que es un joven director francés, que ha logrado cierto respeto de público y crítica, desde su primera película. Con su debut, titulado “Over the Rainbow”, estrenado en 1997, ya logró ser candidato a la Palma de Oro en Cannes, en la sección de Cortometrajes.

A partir de ahí, tras haber rodado tan sólo dos películas más en Francia, ha acabado directamente en la soleada Los Ángeles y en esa Meca del cine occidental que llaman Hollywood. Todo esto está muy bien, pero como la peli que nos ocupa, toda su carrera peca precisamente de lo mismo que peca Hollywood, entretenimiento, sí, buen cine, contadas veces.

“Alta tensión” es un Thriller de terror, que gustará a aquellos que disfrutamos con la sangre, los asesinos en serie y el gore de inteligentes... intenciones. Me parece una película entretenida, fácil de ver y que no deja malas sensaciones, una vez que has llegado a los títulos de crédito, pero de entrada le veo un fallo extremadamente grave: en ningún momento sé quién es el asesino, qué representa, porqué mata, no me presenta al personaje, ni me lo desarrolla, ni me lo concluye, tiene el mismo fallo que infinitud de películas de terror, sólo veo a un tipo que se dedica exclusivamente a llenarlo todo de sangre porque sí.

Esto mismo le pasa en parte al resto de personajes, las dos protagonistas son llevadas de aquí para allá por un guión lleno de trampas y con alguna sorpresa que aunque agradable, también manida y previsible.

Cómo puntos positivos podría decir que crea cierta atmósfera, con ese planteamiento rural que trata de explicar en parte la situación y con algunas escenas diurnas bien fotografiadas en contraposición a la nocturnidad constante. Amén de la aceptable interpretación de Maïwenn Le Besco, que cuenta en su currículum al menos, con un personaje en una buena película como “León” de Luc Besson y que trata de llevar a su personaje a ese punto en el que nos podemos sentir identificados y sufrir un poco con y por ella.

La música de François Eudes, sin ser de gran calidad, si logra en determinadas escenas crear tensión y ambiente. El resultado es como toda la película, agradable, mientras no te pongas a meditar un poco.

Simple divertimento sin pretensiones, para aficionados al terror, de un director demasiado influenciado por gente como Craven y nada influenciado por maestros como su compatriota Henri-George Clouzot.