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Venezuela Venezuela · Maracaibo
Voto de bucefalo:
7
Drama Thomas Rosemund (Bruno Ganz) es un hombre con unas dotes excepcionales para el ajedrez que, obsesionado por ganar al campeón mundial, abandona su vida como programador informático y se lanza a jugar torneos como jugador profesional. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?

Jorge Luis Borges

Con la parte final del poema de Borges termina ésta película que ofrece una perspectiva lúgubre del gran arte que es el ajedrez. Estoy convencido que el ajedrez no es humano. Que Dios lo inventó y se lo entregó a los humanos para que pudieran ser felices en sus muchas horas muertas en que transcurre una vida de tedio y sinsentido.

Como toda obsesión su estación final es la locura. El cliché de los genios mentales, campeones del intelecto y con energías rebosantes para luchas terribles frente al tablero, sólo forma una parte tangencial del juego del ajedrez. La más escandalosa. Morphy, Steinitz, Fischer fueron campeones del mundo que terminaron con una salud quebrantada y directos para ir a morir en sanatorios. Alekhine y Capablanca se enfrascaron en disputas pueriles por encarar los desafíos supremos. Fischer no se presentó ante Spassky en la primera partida y estuvo a punto de abandonar. Karpov y Kasparon se admiraron y odiaron. Carlsen acusa a Niemann, un jugador menor pero con destellos de brillantez de tramposo porqué osó ganarle.

Las mitologías pululan en el ajedrez y sus acólitos. Stefan Zweig hizo un cuento genial que ahonda en sus propiedades medicinales. Petersen con mucha rusticidad nos ofrece la historia de un campeón que no pudo soportar la presión de ser campeón. Decimos rusticidad porque la película parece más un documental que una película y porque el guion es apenas explicativo. La economía de los recursos sirve para aumentar el espanto de un jugador de ajedrez que sucumbe a sus propios miedos.

Esta película presenta el lado sombrío del ajedrez de competencia. Y lo hace bajo una actuación estoica de Bruno Ganz. Y debemos de tener claro que las facetas luminosas del juego son más significativas que lo que aquí se nos presenta.
bucefalo
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