“Funny People” es un vehículo comercial para el lucimiento de Adam Sandler en su afán de demostrar, al estilo de Stallone y tantos otros, su valía como actor de carácter serio. Esta búsqueda de “respeto” profesional termina mal a nuestro entender, y decimos esto porque la película está tan mal estructurada desde el punto de vista del guión, que Sandler deriva por toda la película sin pena ni gloria. Es más, su excesiva longitud, la condena irremediablemente. Esto ocurre, y es algo irremediable, cuando no hay oficio detrás de las cámaras.