Han pasado ya 23 años de esta película pero no la había visto antes. No sé si afectará el paso del tiempo en ella, no sé si mi crítica sería la misma en 1997 que ahora en 2020, pero me esperaba muchísimo más.
En primer lugar me parece una peli muy flojilla como para haber estado nominada a tantos premios y tener críticas tan positivas. A ver, está bien, pero tampoco es algo del otro mundo. Se deja ver, es entretenida, el guion es interesante a veces...pero no puedo calificarla de sobresaliente.
Jack Nicholson hace una vez más de Jack Nicholson, lo siento, pero es así, las mismas caras de loco, que igual podrían pertenecer al Joker o al prota del Resplador.
El trasfondo del toc que sufre su personaje queda muy desdibujado. Al leer la sinopsis pensaba que iban a incidir más en este trastorno, pero lo pasan muy por encima y queda algo superficial con escenas muy tópicas (el ritual de cerrar las puertas y el lavado de manos y poco más). Además, como conocedora de este problema por alguien muy cercano a mí, ojalá fuera tan fácil de solucionar, ya que aquí nos hacen ver que si te enamoras y te tomas una pastillita tu vida cambia y tus manías también. De hecho yo creo que es lo que más falla aquí, ese cambio tan brusco.
Helen Hunt actúa mucho mejor que Nicholson aquí, pero tampoco es que sea brillante, salvo la escena en la que está sentada con su madre en la mesa de la cocina explicándole cómo añora el amor de pareja.
La historia del artista y el marchante de arte me sobra totalmente y solo me queda decir que lo que más me ha gustado ha sido el perro, mucho mejor que algún actor.
Es buena, pero no un clásico.