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Voto de Maetterlinck:
6
5,7
44
Comedia
Bill Wadsworth y su jefe, el magnate Scott Miller están enamorados de la misma mujer: la encantadora Kay Colby. Para allanar el camino, Miller envía a Hill al Japón y urde un plan consistente en que su empleado coincida en el barco con la condesa Campanella en la esperanza de que surja un romance entre ellos. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno tiende a esperar mucho de una película de Carole Lombard, más cuando se trata de una comedia. Pese a sus reticencias iniciales en aquel debut en el género junto a Howard Hawks y John Barrymore, Lombard demostró ser una actriz más que dotada para papeles humorísticos. Es, directamente, arrolladora. Amar en ayunas es correcta y da pie a que Lombard se explaye y muestre muchas de sus virtudes, pero no llega a mucho mas. Cumple magníficamente el papel de ser graciosa y entretenida, pero no llega mucho más allá. ¿Por qué? Bueno, quizá la trama resulta un poco inverosímil en el aspecto de que los hechos se precipitan sin que el espectador termine de entender los cambios que se producen en los personajes, salvo si entendemos que todo se justifica con una personalidad voluble y caprichosa.
Este es, quizá, otro de los puntos que hacen que la película no termine de "congeniar", y en esto entiendo que soy totalmente subjetivo. No es precisamente poco acostumbrado en el cine de la época que sus películas traten sobre gente de la alta sociedad, lo cual es un magnífico recurso para justificar que puedan dedicar tanto tiempo a perseguirse por toda la ciudad sin tener que atender otras ocupaciones. Pero en el caso de la película que nos atañe, el potencial económico de los personajes va unido a una actitud caprichosa a la que se une una impunidad que, creo, separa un poco a los personajes de su público. En general, pocos personajes resultan simpáticos del todo en esta película, salvo quizá el de Carole Lombard.
Estas son, quizá, las pegas mas importantes de la película, que por lo demás, tiene un ritmo excelente y no carece de diálogos ingeniosos, casi siempre en boca de la amada de Clark Grable (con el que, por cierto, tuvo una relación bastante parecida en algunos aspectos a lo que se puede ver en este filme). La duración (poco más de una hora) hace que tenga muy pocos altibajos o ninguno y está en la línea de la poca "trascendencia" de la producción. Un rato divertido que se agradece, que al fin y al cabo, es de lo que se trata.
Este es, quizá, otro de los puntos que hacen que la película no termine de "congeniar", y en esto entiendo que soy totalmente subjetivo. No es precisamente poco acostumbrado en el cine de la época que sus películas traten sobre gente de la alta sociedad, lo cual es un magnífico recurso para justificar que puedan dedicar tanto tiempo a perseguirse por toda la ciudad sin tener que atender otras ocupaciones. Pero en el caso de la película que nos atañe, el potencial económico de los personajes va unido a una actitud caprichosa a la que se une una impunidad que, creo, separa un poco a los personajes de su público. En general, pocos personajes resultan simpáticos del todo en esta película, salvo quizá el de Carole Lombard.
Estas son, quizá, las pegas mas importantes de la película, que por lo demás, tiene un ritmo excelente y no carece de diálogos ingeniosos, casi siempre en boca de la amada de Clark Grable (con el que, por cierto, tuvo una relación bastante parecida en algunos aspectos a lo que se puede ver en este filme). La duración (poco más de una hora) hace que tenga muy pocos altibajos o ninguno y está en la línea de la poca "trascendencia" de la producción. Un rato divertido que se agradece, que al fin y al cabo, es de lo que se trata.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Uno no puede evitar terminar sentirse un tanto traicionado por Kay, el personaje de Carole Lombard, cuando finalmente contrae matrimonio (máxime de la forma como sucede) con el personaje de Preston Foster. El multimillonario Scott Willis, por mas que intenta ser simpático, ocurrente y paciente para la consecución de su objetivo amoroso, no deja de ser un sinvergüenza ladino, arrogante y mandón, el tipo de hombre que raras veces cae bien al público. Pero a diferencia de otros personajes del mismo pelaje que han podido interpretar Melvyn Douglas entre otros, estos normalmente al llegar al final de la trama tienen un momento de arrepentimiento y redención que hace que le perdones las muchas tropelías contra la chica. En este caso no es así. Simplemente se sale con la suya.
Y se sale con la suya en gran parte gracias a que el personaje de Cesar Romero es otro personaje bastante negativo que busca medrar en los negocios (e incluso da la sensación de que en la sociedad) y le importa mas bien poco su prometida (como revela el que sea incapaz de escribir a Lombard en su gratísimo destierro nipón). La madre del personaje de Lombard es una cotilla y una entrometida cuyo único castigo es acabar la película por el suelo frotando las piernas de su resfriada hija. En ese aspecto, el único consuelo de quienes tomamos cariño a una Lombard que acaba pareciendo voluble y caprichosa, es que entre semejante elenco de gentuza, se queda con el único que es medianamente ocurrente.
Por ilustrar con anécdotas lo antes mencionado del tormentoso flirteo de Lombard y Grable, comentar que la rubia actriz dedicó palabras poco elogiosas hacia las artes amatorias del protagonista de Lo que el viento se llevó, a lo que el actor repuso "bien, tendré que practicar mas", y que en la fiesta en la que se le nombró Rey oficial de Hollywod, Lombard comentó a un grupo de amigos "con dos centímetros menos tendrían que llamarlo la reina de Hollywood". Sirva esto como homenaje a una actriz con un talento absolutamente demoledor y que, lamentablemente, nos dejó muy muy pronto.
Y se sale con la suya en gran parte gracias a que el personaje de Cesar Romero es otro personaje bastante negativo que busca medrar en los negocios (e incluso da la sensación de que en la sociedad) y le importa mas bien poco su prometida (como revela el que sea incapaz de escribir a Lombard en su gratísimo destierro nipón). La madre del personaje de Lombard es una cotilla y una entrometida cuyo único castigo es acabar la película por el suelo frotando las piernas de su resfriada hija. En ese aspecto, el único consuelo de quienes tomamos cariño a una Lombard que acaba pareciendo voluble y caprichosa, es que entre semejante elenco de gentuza, se queda con el único que es medianamente ocurrente.
Por ilustrar con anécdotas lo antes mencionado del tormentoso flirteo de Lombard y Grable, comentar que la rubia actriz dedicó palabras poco elogiosas hacia las artes amatorias del protagonista de Lo que el viento se llevó, a lo que el actor repuso "bien, tendré que practicar mas", y que en la fiesta en la que se le nombró Rey oficial de Hollywod, Lombard comentó a un grupo de amigos "con dos centímetros menos tendrían que llamarlo la reina de Hollywood". Sirva esto como homenaje a una actriz con un talento absolutamente demoledor y que, lamentablemente, nos dejó muy muy pronto.