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Voto de Vivoleyendo:
7
Comedia La señora Ratcliffe (Catherine Tate) abandona la tierra de Marks & Spencer para adentrarse en el mundo de Marx y Lenin. La revolución de la señora Ratcliffe es una divertidísima comedia inglesa que sigue a una peculiar familia desde la Inglaterra de 1968 a la helada Alemania del Este y su regreso a casa. El señor Ratcliffe (Iain Glen) lucha por su causa, pero su mujer lucha por sus singulares hijas: una adolescente diosa del sexo y una ... [+]
25 de septiembre de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando bastante más de media Alemania del Este deseaba pasarse al lado Oeste, tras haber catado las pregonadas y ausentes bondades del Partido Comunista, van los cuatro pardillos de turno, los idealistas burgueses occidentales que se ponen a jugar a hacer la revolución marxista, y se dirigen por su propio pie a la boca del infierno. Qué encantador país era la República Democrática Alemana (sobre todo “democrática”, no te joroba), donde la Stasi te acosaba en plan “El Gran Hermano te vigila”, convivías normalmente en una casa comunal con otros cuarenta camaradas compartiendo cocina y baño (los efluvios del retrete colectivo debían de oler a gloriosa hermandad del pueblo unido), y te arrancaban de cuajo la creatividad y, por supuesto, la libertad de expresión. Te colocaban micrófonos en las paredes y escuchaban hasta el más mínimo pedo que se tirara el perro. Por supuesto, el dinero no valía ni como papel higiénico, porque no era moneda de curso legal reconocida por el Fondo Monetario Internacional. Tanto daba pagar con billetes del Monopoly. Cuando necesitabas cosas de primera necesidad que obviamente escaseaban para toda la población que no perteneciera a puestos importantes (tales como chivato profesional, policía, político del Partido y cosas así), te cobraban un riñón en el mercado negro.
Y la poli podía detenerte cuando le viniera en gana y humillarte sin que tuvieras derecho al pataleo. Te podían robar tu vida entera con un chasquear de dedos y había muchas formas de hacerlo sin necesidad de apretar el gatillo de un fusil en un paredón.
Qué encanto de régimen.
Y allá que se fueron unos pocos enaltecidos que todavía creían que el comunismo funcionaba en la práctica. Abandonaban la menos mala de las organizaciones sociopolíticas, la democracia, y se metían en una ratonera de la que no podían salir como no fuese fugándose con absoluto riesgo de sus vidas, o acabando en la caja de pino (los que se la podían permitir).
“La revolución de la señora Ratcliffe” es una coproducción húngara-británica que expone con humor uno de aquellos casos de gente que hizo el camino a contracorriente, es decir, mientras en el bloque oriental de la URSS y sus satélites millones soñaban con escapar a Occidente y unos pocos lo lograban, en el bloque occidental la mayoría ya se iba oliendo lo que se fraguaba al otro lado del Telón y ni locos se hubieran ofrecido voluntarios para que les plantaran unos grilletes mucho más gruesos e implacables que cualquiera de los que sobrellevaban en sus imperfectos sistemas democráticos.
Porque la verdad, prefiero haber conocido y gozar toda mi vida de esta libertad que tengo, sí, tal vez no inmaculada ni sublime, pero al fin y al cabo siempre más justa que la esclavitud de vivir con el miedo a que hasta las paredes me acusen.
Vivoleyendo
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