Si habéis leído Hamlet o el conde de Montecristo, o habéis visto Mad Max o Kill Bill, o cualquier obra literaria y/o cinematográfica que desarrolle el tema de la venganza, pues tengo que avisar de que casi parecen cuentecillos infantiles y alegres comparados con este musical de Tim Burton.
Construida a partir de una adaptación literaria, Burton se mueve en su elemento como pez en el agua. Un Londres decimonónico, tenebroso, degradado, decadente y ennegrecido por las emanaciones tóxicas de las chimeneas, como un fiel homenaje a Dickens. El Londres particular de Burton, pesadilla gótica envuelta en una atmósfera malsana y asfixiante sin lugar al respiro.
La maldad se aspira con el aire contaminado, se esconde tras cada esquina, acecha desde la oscuridad que no se disipa.
El mundo se ha convertido en un yermo inhóspito para Benjamin Barker. Si una vez conoció un pasado resplandeciente, se apagó, tragado por la envidia y la perversidad ajena. Si una vez fue un hombre feliz, ahora no es más que la reencarnación del mismísimo demonio. No queda en él nada del ser humano que una vez llevó el nombre de Benjamin Barker. Ahora es Sweeney Todd, y vuelve a este Londres condenado a los infiernos, para consumar su desquite contra sus verdugos y contra la especie humana.
Con la apariencia de un ánima que parece salida del purgatorio y dotada de un toque malévolamente seductor, Todd deja salir al monstruo asesino y arroja la compasión por las infectas cloacas de la ciudad. Ayudado por la fantasmagórica señora Lovett, que regenta un local bajo la antigua barbería de Barker, Todd comenzará su cometido. Él no reconoce más compañía que la de sus navajas, que prefiere a cualquier ser humano.
Lo tétrico y cruel del argumento conoce muy pocos momentos de alivio; pero incluso éstos están marcados por la amenaza y la desesperanza. De fondo, un bofetón anunciado: este mundo es una cloaca ensangrentada, y todo lo bello que pueda florecer, es destruido. No busquéis la felicidad en esta vida de sombras, porque no la hallaréis.
Burton llega al máximo registro de su tenebrismo, e incluso el vacilante romanticismo está enturbiado por la ponzoña. Sentenciado por la condena que pesa sobre la condición humana en este universo burtoniano.
Hay musicales que se hacen amenos, otros que encandilan y otros que se hacen algo tediosos. Y a éste lo colocaría entre estos últimos. Cierto que rebosa calidad en todos los aspectos técnicos e interpretativos, pero tantas canciones me cansan un poco y, aunque tienen su encanto debido a las hermosas voces, disminuyen mi atención a la pantalla.
Si os gustan las tramas de venganzas apocalípticas y extremadamente sádicas y macabras, bienvenidos. Puede que salgáis con alguna salpicadura de sangre.