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Voto de Vivoleyendo:
8
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Drama. Romance
Tres personas adultas se ven atrapadas en un triángulo amoroso de devastadoras consecuencias. Nadie es inocente, se manipula a quien se quiere, los secretos salen a la luz y el resultado es que todos son infieles. Un emotivo drama con guión autobiográfico de Ingmar Bergman que obtuvo muy buenas críticas. (FILMAFFINITY)
26 de septiembre de 2008
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Bergman es alargada, muy alargada. Uno de los cineastas más ensalzados e influyentes del siglo XX que dio forma en imágenes a la insondable complejidad del ser humano. Para Bergman era importante la forma, pero lo era infinitamente más el fondo. La mayor parte de sus películas son tizones ardientes lanzados al subconsciente, huyendo de etiquetas, dando lugar a múltiples interpretaciones algunas de las cuales quizás nunca se lleguen a explorar, y rompiendo con los moldes y convencionalismos del cine de su tiempo.
El más grande director que ha parido la industria teatral y cinematográfica sueca no sólo era un director meticuloso y volcado en su vocación, sino también un escritor consumado, dejando unos guiones que continúan deslumbrando y latiendo de cuestiones eternas sobre nosotros.
En su faceta de guionista, colaboró con otros realizadores, entre ellos Bille August (“Las mejores intenciones”) y su musa, la actriz y directora Liv Ullmann (“Infiel”). Todos sus textos incluyen muchísimo de sí mismo. Aportan abundantes elementos autobiográficos que hacen que todas sus películas y guiones contengan referencias a su pasado, a sus obsesiones, sus inquietudes, sus concepciones y su íntimo punto de vista basado en sus observaciones del alma individual y colectiva.
De este modo, por ejemplo en “Las mejores intenciones” de August se advertían guiños a su propia familia, aludida directamente a través de los apellidos de la pareja protagonista: Bergman, el apellido de su padre, y Akerblom, de su madre. En “Infiel” de Ullmann, el anciano protagonista (Erland Josephson, actor habitual del realizador) es una representación alegórica de sí mismo. Un anciano solitario y abandonado a sus recuerdos, que trata de traer al presente la memoria de Marianne para dejar constancia escrita de su historia.
Marianne revive para él en toda su esplendidez de mujer pletórica de esa belleza que a veces otorga la entrada en la madurez. El anciano Bergman la escucha sin pestañear, confidente silencioso y conmovido por el tormento de ella.
Por medio de las vicisitudes amorosas de Marianne, Ullmann y Bergman hilvanan con firme pulso, gran lucidez e hiriente franqueza una historia de relaciones amorosas con las que tantas personas podrían identificarse. Plenas de vigencia y de realidad. Porque el amor sigue tantos caminos extraños… Porque suele ser tortuoso, una hoja al viento que ahora está aquí, y que al instante siguiente puede estar en el sitio menos pensado. ¿Quién puede controlarlo?
El relato de Marianne es un relato de amores volubles, de infidelidades, de la ruptura en trozos que implican las traiciones y las separaciones. También es un relato sobre las inexplorables heridas causadas al espíritu de una niña, su hija, su adorada Isabelle, criatura que de buenas a primeras se encuentra desamparada en mitad del caos de las mareas de rupturas, rencores, peleas, reconciliaciones y amarguras de sus mayores.
El más grande director que ha parido la industria teatral y cinematográfica sueca no sólo era un director meticuloso y volcado en su vocación, sino también un escritor consumado, dejando unos guiones que continúan deslumbrando y latiendo de cuestiones eternas sobre nosotros.
En su faceta de guionista, colaboró con otros realizadores, entre ellos Bille August (“Las mejores intenciones”) y su musa, la actriz y directora Liv Ullmann (“Infiel”). Todos sus textos incluyen muchísimo de sí mismo. Aportan abundantes elementos autobiográficos que hacen que todas sus películas y guiones contengan referencias a su pasado, a sus obsesiones, sus inquietudes, sus concepciones y su íntimo punto de vista basado en sus observaciones del alma individual y colectiva.
De este modo, por ejemplo en “Las mejores intenciones” de August se advertían guiños a su propia familia, aludida directamente a través de los apellidos de la pareja protagonista: Bergman, el apellido de su padre, y Akerblom, de su madre. En “Infiel” de Ullmann, el anciano protagonista (Erland Josephson, actor habitual del realizador) es una representación alegórica de sí mismo. Un anciano solitario y abandonado a sus recuerdos, que trata de traer al presente la memoria de Marianne para dejar constancia escrita de su historia.
Marianne revive para él en toda su esplendidez de mujer pletórica de esa belleza que a veces otorga la entrada en la madurez. El anciano Bergman la escucha sin pestañear, confidente silencioso y conmovido por el tormento de ella.
Por medio de las vicisitudes amorosas de Marianne, Ullmann y Bergman hilvanan con firme pulso, gran lucidez e hiriente franqueza una historia de relaciones amorosas con las que tantas personas podrían identificarse. Plenas de vigencia y de realidad. Porque el amor sigue tantos caminos extraños… Porque suele ser tortuoso, una hoja al viento que ahora está aquí, y que al instante siguiente puede estar en el sitio menos pensado. ¿Quién puede controlarlo?
El relato de Marianne es un relato de amores volubles, de infidelidades, de la ruptura en trozos que implican las traiciones y las separaciones. También es un relato sobre las inexplorables heridas causadas al espíritu de una niña, su hija, su adorada Isabelle, criatura que de buenas a primeras se encuentra desamparada en mitad del caos de las mareas de rupturas, rencores, peleas, reconciliaciones y amarguras de sus mayores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Hasta qué extremo tanta zozobra puede lastimar a una hija? ¿Cuánto callado sufrimiento puede soportar? Todos hacen, deshacen y disponen a su alrededor, zarandeándola de acá para allá, y ella siempre en medio de la tormenta, recibiendo todos los palos que los adultos a los que ama se propinan entre ellos sin medir las consecuencias.
Por momentos angustiosa narración visual en flashback que saca a la luz las múltiples caras ocultas de las personas, sus secretos, sus debilidades, sus pasiones incontrolables y algo de lo que generalmente nunca se llega a saber sobre ellas.
Ya lo he comentado en alguna ocasión. Los seres humanos son como los icebergs. Lo que se ve es considerablemente menos que lo que está oculto. Nunca es posible explorar esos icebergs por entero.
Una fotografía armoniosa, límpida, mesurada, pausada y lúcida que acaricia, envuelve, apalea e implica. Unos actores de aplauso, magníficos. Una Lena Endre que transfigura con las veraces expresiones de su rostro comunicativo, y con la potencia de un papel con el que se mimetiza maravillosamente. El guión como siempre complejo y demoledor de un Bergman incombustible. Unos apartados técnicos depurados que rozan un elevado nivel. Y sin necesidad de banda sonora. Sólo las notas de una caja de música que siempre suena igual y diferente.
Elogiable trabajo conjunto de Ullmann y de uno de sus grandes amores, Ingmar Bergman.
Por momentos angustiosa narración visual en flashback que saca a la luz las múltiples caras ocultas de las personas, sus secretos, sus debilidades, sus pasiones incontrolables y algo de lo que generalmente nunca se llega a saber sobre ellas.
Ya lo he comentado en alguna ocasión. Los seres humanos son como los icebergs. Lo que se ve es considerablemente menos que lo que está oculto. Nunca es posible explorar esos icebergs por entero.
Una fotografía armoniosa, límpida, mesurada, pausada y lúcida que acaricia, envuelve, apalea e implica. Unos actores de aplauso, magníficos. Una Lena Endre que transfigura con las veraces expresiones de su rostro comunicativo, y con la potencia de un papel con el que se mimetiza maravillosamente. El guión como siempre complejo y demoledor de un Bergman incombustible. Unos apartados técnicos depurados que rozan un elevado nivel. Y sin necesidad de banda sonora. Sólo las notas de una caja de música que siempre suena igual y diferente.
Elogiable trabajo conjunto de Ullmann y de uno de sus grandes amores, Ingmar Bergman.