Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
7
Drama. Romance Una mañana de invierno un maduro norteamericano y una joven muchacha parisina se encuentran casualmente mientras visitan un piso de alquiler en París. La pasión se apodera de ellos y mantienen relaciones sexuales en el piso vacío. Cuando abandonan el edificio, ambos se ponen de acuerdo para volver a encontrarse allí, en soledad, sin preguntarse ni siquiera sus nombres. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2011
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sórdidas y enfermizas obsesiones que recuerdan a un Polanski en su vena más perturbadora, y se trata nada menos que del versátil Bernardo Bertolucci. Ahora comprendo que provocara un revuelo tan grande en su época, y lo de menos es que se vean desnudos integrales de una debutante Maria Schneider que, por su osadía, fue recompensada con un encasillamiento en su carrera cinematográfica del que nunca se recuperó. Lo menos escandaloso sería su morboso cuerpo de veinte años, aunque sí que sería un reclamo poderoso para que la audiencia acudiera a los cines (había incluso quienes pasaban desde España a Francia sólo para ir a verla) como los niños que se cuelan en una función prohibida, temiendo ser pillados in fraganti y disfrutando precisamente por eso. Pero detrás del reclamo carnal, que hoy día no es para tanto ni muchísimo menos, lo que realmente debió de ser polémico, y que lo sigue siendo ahora (y precisamente por eso este psicodrama de Bertolucci dio en la fórmula de la atemporalidad, de una extraña cualidad imperecedera), tuvo que ser ese Brando deslenguado, neurótico, desequilibrado, asqueado, libidinoso, sadomasoquista, un renegado de Dios, de lo sagrado, vituperador de lo establecido, de la familia que a su personaje no le dio alegrías. Un despotricador de las instituciones que predican la felicidad universal, pero que dejan tras de sí la triste realidad de esos descarrilados maltratados que parecieron nacer por error, sin ser deseados, culpados desde su nacimiento como si ellos fueran los responsables de su propia llegada.
Paul, ciudadano mediocre, viudo de una mujer que se acaba de suicidar (no sé si es coincidencia, aunque no lo creo, que ya en dos películas de Bertolucci que he visto el comienzo parta de un suicidio), cansado de tanto desamor y de tanto asco, y de tanta hipocresía, da rienda suelta a sus instintos más salvajes en el anonimato de una especie de piso franco que alquilará exclusivamente para encuentros furtivos con una jovencita de la que quiere poseer todo excepto su nombre. A ella puede decirle todas las cosas sucias que no puede decirle a otra. Con ella puede jugar a juegos sexuales tachados como tabú. Con ella puede echar fuera la locura y el sinsentido. Y ella volverá. Sin acuerdos explícitos, sin horarios fijos, sin nombres, regresan por propia voluntad a ese piso destartalado, y él fantasea con someterla y humillarla, y a ella la fascina y la repugna, pero siempre vuelve. Pese a la reticencia inicial, él poco a poco se va dejando enroscar por su deseo de ella, y sus palabras duras y su manera de hundirse en su carne son su forma de decirle que la necesita, y su negación a escuchar su nombre es el modo de pedirle que lo envuelva por completo en sus misterios femeninos, que él nunca podrá alcanzar, como no pudo alcanzar los de su esposa muerta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow